EDITORIAL
Sánchez y Puigdemont dirimen el futuro de la legislatura: cuestión de confianza
Según afirma el número dos de Junts, Jordi Turull, tendrán “que decir basta”. Lo que no ha quedado claro es que implica ese “basta”.

Sánchez observa a Carles Puigdemont en el Parlamento Europeo
El pulso entre Junts y el Gobierno está en pleno apogeo y este jueves se cumplirá el ultimátum que Carles Puigdemont le ha dado a Pedro Sánchez: o acepta presentar una cuestión de confianza o los independentistas catalanes romperán definitivamente con el PSOE y con Moncloa. Y según traslada el Ejecutivo no habrá cuestión de confianza porque es potestad del presidente someterse a una y nadie le puede marcar la agenda.
Eso, aparentemente, supondría un golpe mortal a la legislatura porque, según afirma el número dos de Junts, Jordi Turull, tendrán “que decir basta”. Lo que no ha quedado claro es que implica ese “basta”. No conllevaría apoyar una moción de censura, eso sí lo ha confirmado, pero entonces ¿qué más puede hacer Junts que no esté haciendo ya? ¿Cómo puede castigar a Sánchez?
Podría oponerse de manera sistemática a cualquier norma o ley que quiera sacar adelante Sánchez. Eso sí sería un golpe mortal al Gobierno por la imposibilidad de aprobar los presupuestos o cualquier otra ley durante lo que resta de legislatura.
Todo lo que no sea eso es absurdo porque ahora mismo existe en la práctica una ruptura de facto, no declarada como tal, en el Congreso. Junts está tumbando leyes e iniciativas del PSOE, sobre todo en asuntos económicos, votando junto al PP en muchas ocasiones. Y cada apoyo puntual y negociado al PSOE lo venden a precio de oro.
Es decir, que la amenaza de una ruptura sería en realidad mantener la situación que ya existe ahora, que no es la mejor para Sánchez, pero tampoco es un drama. Porque el presidente del Gobierno juega con una baza a su favor: sabe que Puigdemont no quiere elecciones, que les interesa que él siga en la Moncloa, débil, pero en la Moncloa. En definitiva, sabe que eso de “decir basta” no es más que un farol del prófugo.