EDITORIAL
Sánchez y su dañina política exterior: duro con Trump, blando con Maduro
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, volvía a poner la venda antes de la herida. “Si Trump nos desafía, le haremos frente”, decía. El perro caniche ladrando al mastín.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante la apertura del 34 Congreso de la Federación Socialista Asturiana.
En las últimas horas hemos escuchado críticas a Donald Trump por parte del Gobierno de España. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lanzaba duras críticas contra el nuevo Gobierno de Estados Unidos: “Quiero ser claro y escueto. Lo diré en menos de 280 caracteres: la democracia no es un euro, un voto. Ni un tuit, un voto. Democracia es una persona, un voto. Europa plantará cara a esta amenaza. Europa defenderá la democracia”. Acusaciones veladas o no tan veladas, pero muy graves. Esconden una acusación a Trump de atentar contra la democracia y califica de “amenaza” a su Gobierno.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, volvía a poner la venda antes de la herida. “Si (Trump) nos desafía, le haremos frente”, decía. El perro caniche ladrando al mastín. Pero más allá de lo ridícula que resulta la amenaza, lo grave es que se produce en paralelo a otras declaraciones del propio Albares sobre Nicolás Maduro en las que explicaba por qué el Gobierno de España no ha reconocido a Edmundo González como presidente electo de Venezuela: “Nosotros no hemos dado legitimidad a ese acto [toma de posesión de Maduro], pero hay un presidente, que es quien irá a Naciones Unidas y quien representa internacionalmente a Venezuela. Eso no lo podemos desconocer”.
Las amenazas a Trump se tornan comprensión hacia Maduro. El Gobierno trata con más dureza a un presidente elegido de manera democrática que a un dictador que usurpa el poder. Y eso no solo es inmoral sino que no tiene lógica alguna en cuanto a estrategia de política exterior. Solo responde a prejuicios ideológicos y sectarismo. Estados Unidos siempre ha sido un aliado, con tensiones y diferencias puntuales, es un país amigo con el que compartimos muchos valores y convicciones democráticas. La Venezuela de Maduro es todo lo contrario. Un enemigo de Occidente, de la libertad y la democracia. Cuanto más lejos mejor.
Es más, las amenazas y advertencias de Pedro Sánchez a Trump están fuera de lugar. Se está poniendo la venda antes de la herida. Y aunque por desgracia España no pinte mucho en la escena internacional, esta animadversión preventiva del Gobierno no pasa inadvertida. El nuevo presidente estadounidense toma nota y no es precisamente diplomático. Trump va a tener el mismo interés en reunirse con Sánchez que en criar caracoles. Y eso no solo es malo para Sánchez sino, sobre todo, para España.