editorial
¡Gibraltar español! Una reivindicación histórica a la que España no puede renunciar
La opacidad en las negociaciones y la falta de diálogo con la oposición son un error grave. El Ejecutivo de Sánchez no puede actuar como si Gibraltar fuera un tema menor

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el comisario de Comercio y negociador de la UE con Reino Unido, Maros Sefcovic
El acuerdo firmado este miércoles entre España y Reino Unido sobre Gibraltar no debe hacer olvidar el contencioso de fondo: la irrenunciable reivindicación española sobre la soberanía del Peñón, la última colonia en suelo europeo. Este pacto, que facilita la libre circulación de personas y mercancías, elimina la verja y permite a España realizar controles de pasaportes en el puerto y aeropuerto de Gibraltar, puede mejorar la convivencia entre españoles y ‘llanitos’. Sin embargo, no puede interpretarse, ni remotamente, como un reconocimiento de la soberanía británica sobre un territorio que España lleva tres siglos reclamando.
La cuestión de Gibraltar no es un debate reciente, sino una herida abierta que nunca se ha cerrado. “Gibraltar español” es más que un lema; es un principio innegociable que trasciende cualquier acuerdo práctico. Si bien el convenio puede beneficiar a los más de 15.000 trabajadores transfronterizos y fomentar la cooperación, España no puede permitir que se diluya su reclamación histórica. Como ha exigido el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, un asunto de esta trascendencia debe pasar por el Congreso de los Diputados. Es intolerable que un Gobierno, que a menudo parece mercadear con los separatistas catalanes y vascos con la unidad de España como moneda de cambio, tome decisiones unilaterales sobre una cuestión territorial que nos afecta a todos.
La opacidad en las negociaciones y la falta de diálogo con la oposición son un error grave. El Ejecutivo de Sánchez no puede actuar como si Gibraltar fuera un tema menor. Este acuerdo, aunque pragmático, no debe ser un paso hacia la resignación. España debe mantener firme su postura: Gibraltar es español, y ningún pacto puede comprometer esa verdad histórica. La convivencia y el progreso económico son importantes, pero no a costa de ceder en la defensa de nuestra soberanía. El Congreso debe garantizar que este principio se respete, porque Gibraltar, la última colonia en Europa, no puede seguir siéndolo.