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Sánchez se tambalea: la corrupción ya pasa factura electoral al PSOE

Este escenario plantea un cambio de paradigma para Alberto Núñez Feijóo. Con 152 escaños, el PP no solo supera al PSOE, sino que iguala los escaños de toda la coalición “frankenstein” que sostiene a Sánchez

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro SánchezEuropa Press

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La última encuesta de Sigma Dos para El Mundo dibuja un escenario complicado para el PSOE de Pedro Sánchez. La corrupción, que ha salpicado al partido en los últimos tiempos, empieza a pasar factura electoral. Los datos son claros: el PSOE perdería un 8,3% de los votos obtenidos hace dos años, equivalente a 644.000 sufragios que migrarían al PP. Este trasvase refleja una desconfianza creciente hacia un Gobierno atrapado en escándalos. Sin embargo, sorprende que, con el desgaste acumulado por casos de corrupción y una gestión cuestionada, el PSOE aún logre mantenerse con 111 escaños. Esta resiliencia, aunque notable, no oculta la magnitud de la caída: 41 escaños por detrás del PP, que alcanzaría los 152.

La percepción de opacidad y el manejo errático de las acusaciones han calado en un electorado cada vez más crítico. Los votantes, cansados de titulares que vinculan al PSOE con irregularidades, castigan a Sánchez en favor de un PP que capitaliza el descontento. La polarización, arma habitual del presidente, ya no basta para contener la hemorragia de apoyos. El electorado tradicional del PSOE, que empieza a mirar con escepticismo sus promesas, se fragmenta, mientras el PP se consolida como alternativa sólida.

Este escenario plantea un cambio de paradigma para Alberto Núñez Feijóo. Con 152 escaños, el PP no solo supera al PSOE, sino que iguala los escaños de toda la coalición “frankenstein” que sostiene a Sánchez. Para una investidura, Feijóo no necesitaría el voto afirmativo de Vox; le bastaría con su abstención. Esto otorga al líder popular una posición de fuerza inédita, permitiéndole negociar desde una ventaja estratégica. La lección es evidente: la corrupción pesa, y los españoles, cada vez más exigentes, no perdonan la impunidad. Sánchez debe optar por una regeneración creíble o arriesgarse a un declive aún mayor. Mientras tanto, Feijóo tiene el camino despejado para liderar un cambio que el electorado parece estar demandando.

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