editorial
El Gobierno fracasa otra vez en el Congreso y Yolanda Díaz sale escaldada: la legislatura está muerta
El problema de fondo es la ausencia total de negociación con la oposición. El Gobierno no ha movido un dedo para dialogar con PP y Vox; en su lugar, les exige adhesión ciega a una ley que no pasa de ser un brindis al sol

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz
Otra vez el Gobierno de Pedro Sánchez se estrella en el Congreso, y esta vez con la reforma laboral como protagonista. La propuesta estrella de Yolanda Díaz, la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, ha sido rechazada con 178 votos en contra frente a 170 a favor. Un fracaso rotundo que expone las grietas de un Ejecutivo que presume de mayoría progresista, pero que en realidad navega en un mar de inestabilidad y postureo.
El problema de fondo es la ausencia total de negociación con la oposición. El Gobierno no ha movido un dedo para dialogar con PP y Vox; en su lugar, les exige adhesión ciega a una ley que no pasa de ser un brindis al sol. Promesas grandilocuentes sobre conciliación familiar y bienestar trabajador, pero sin un plan real para compensar la pérdida de productividad o apoyar a pymes y autónomos. ¿Cómo pretenden que la derecha vote a favor de algo que perciben como un capricho ideológico? Esta arrogancia ha convertido el hemiciclo en un campo de batalla, donde el PSOE y Sumar se quedan solos con sus aliados sindicales, aplaudiendo desde la grada mientras el proyecto se hunde.
Esta nueva derrota parlamentaria demuestra, una vez más, que la pretendida mayoría progresista –izquierdista, más bien– es un cuento chino. No es progresista porque ignora las realidades económicas y sociales de millones de españoles, priorizando dogmas sobre consensos. Y mucho menos es mayoría: depende de pactos volátiles con nacionalistas como Junts, que priorizan sus agendas regionales por encima del bien común. El resultado es un Gobierno tambaleante, incapaz de sacar adelante reformas clave sin mendigar apoyos que no llegan.
Yolanda Díaz sale especialmente escaldada. Este era su proyecto estrella, el buque insignia de su agenda como ministra de Trabajo. En lugar de autocrítica, ha optado por atacar a sus socios de Junts, acusándolos de traición. Una reacción infantil que solo genera más tensiones internas y contradice la estrategia de los socialistas, que intentan adular y comprar a Puigdemont con visitas complacientes como la de Salvador Illa. ¡Qué vergüenza! Este rifirrafe no solo debilita al Ejecutivo, sino que erosiona la credibilidad de toda la izquierda. Si Sánchez quiere sobrevivir, debe dejar los fuegos artificiales y apostar por el diálogo real. De lo contrario, estas derrotas se convertirán en la norma, y los trabajadores seguirán esperando reformas que nunca llegan. En política, como en el trabajo, las horas perdidas no se recuperan con excusas.