| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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¿Por qué Consumo no pone freno al engaño de lo "natural"?

No todo lo que se nos vende como "natural" es más sano; a veces es incluso peor

| Ely del Valle Opinión

 

Dice una leyenda urbana que existe un ministerio de Consumo, y que quien lo maneja vive opíparamente, sin que tengamos noticias de a qué dedica el tiempo libre, que diría Perales y como si la materia que se supone que debería traerse entre manos fuese algo menor que funciona por sí misma. Pues bien, si nos centramos en el consumo de alimentos, basta con pasarse por un supermercado y dejarse los ojos en la lectura de los ingredientes de algunos productos que se nos venden bajo la etiqueta de “naturales” para darse cuenta de que el ministro de turno vive en la inopia, calentando el sillón en vez de velar por el interés de los consumidores entre los que me imagino que estarán él y su familia.

Uno de los ejemplos con lo que me he topado esta misma semana es el de una conocidísima marca de pan de molde al que Eduardo Punset prestó su imagen para publicitar una versión 100% natural que tiene más sal, más azúcar, menos fibra, más grasas y menos proteínas que en su versión de toda la vida. Eso sí, el precio del supuestamente más sano es casi el doble que el otro. ¿Cuál es el problema?: que nadie pone freno a estos abusos en los que caemos como pardillos porque la palabra “natural” la asociamos a “sano” cuando, visto lo visto, no van siempre de la mano.

Otro tanto pasa con los cereales para el desayuno o con los tarritos de comida para bebé. La cantidad de azúcar que contienen estos productos con los que alimentamos a nuestros hijos creyendo que les estamos dando un producto saludable es un auténtico escándalo que repercute en la salud de todos sin que ni el ministerio del ramo ni su titular se inmuten seguramente porque en medio de su “ajetreada” vida el ministro no ha tenido tiempo de leerse los ingredientes del potito de frutas que le da a su hijo ni del pan con el que le hace los sandwiches