| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez y Díaz han quedado en tablas.
Sánchez y Díaz han quedado en tablas.

Sánchez y Díaz firman tablas en el Comité Federal del PSOE

La andaluza logra poner primarias el 8 de mayo, con la idea de cambiar al líder si se repiten las elecciones. Sánchez responde con una consulta que busca puentear al Comité Federal

| Benjamín López Opinión

La situación del PSOE bien pudiera ser ahora mismo un duelo ajedrecístico en el que, tras los primeros movimientos, la situación es de tablas, quizás con un poco de ventaja hacia los críticos, abanderados por Susana Díaz. Y es que si la andaluza lograba ventaja en el tablero obligando a Sánchez a colocar unas primarias el 8 de mayo, mucho antes de lo que hubiera deseado el secretario general, éste ha contraatacado con la consulta a la bases de cualquier pacto que pudiera alcanzar para la investidura, lo que en la práctica supone un intento de puentear a sus barones y al Comité Federal.

Lo cierto es que son dos buenas jugadas. Díaz y los demás críticos han logrado dejar a Sánchez con la espada de Damocles de las primarias sobre su cabeza. El líder socialista quería retrasar ese momento a junio para que, en el caso de que se repitan las elecciones, el partido no tuviera tiempo de descabalgarle. Los barones, con Díaz a la cabeza, no han tragado. Eso hubiera sido darle un cheque en blanco. Por el contrario le han obligado a adelantar todo a primeros de mayo, es decir con tiempo aún para mandar a Sánchez a su casa si fuera necesario y colocar a otro candidato que, en esta ocasión, bien pudiera ser candidata.

De esta manera Sánchez queda amenazado y muy presionado. Es más, esa fecha supone su sentencia de muerte política salvo que logre llegar a La Moncloa. Él lo sabe, es plenamente consciente, y por eso va a intentar lograr formar gobierno al precio que sea, incluso saltándose el necesario visto bueno del Comité Federal a cualquier pacto que alcance.

Y ahí ha estado hábil Sánchez. Su propuesta de someter a la opinión de las bases el pacto supone buscar, por ese camino, una supuesta legitimidad mayor que la opinión de los dirigentes del partido. Es un buen movimiento porque Sánchez puede argumentar que no hay nada más democrático que preguntar a sus militantes, dueños reales del partido cuyas decisiones deben estar por encima de cualquier barón o incluso por encima del secretario general. Es decir, digan ustedes misa que yo haré lo que me diga el pueblo a quien me debo. Y, claro está, a la masa basta darle un poco de demagogia y tras eslóganes para que condene a Jesús e indulte a Barrabás, mientras Sánchez se lava las manos.

A Susana Díaz no le ha quedado más remedio que decir que acepta esa consulta a las bases. Lo contrario le hubiera hecho quedar fatal, especialmente en el reino socialista donde lo políticamente correcto es ley suprema. Pero Díaz, que tiene el colmillo muy retorcido, ha dicho sí con unos cuantos peros: que se conozca la letra pequeña de los pactos, que se sepa qué tiene que dar el PSOE a cambio, cuáles son las concesiones y a qué se compromete su partido. Ya se encargará ella, si llegado el momento le interesa, de hacer campaña contra los pactos que alcance su secretario general.

En definitiva, Sánchez está jugando bien la partida a la defensiva desde su posición de inferioridad en el tablero. Y Susana Díaz la está madurando, y en lugar de un lanzar un ataque frontal, ha optado por ir colocando las piezas con inteligencia para quizás darle el jaque mate en unos cuantos movimientos más.