El Bisturí
Prótesis mamarias
La cirugía de aumento mamario o mamoplastia de aumento es uno de los procedimientos quirúrgicos más realizados dentro del ámbito de la cirugía plástica no solo en España, sino también a nivel global. La técnica que emplea prótesis de mama es mucho más habitual que aquellas que emplean tejido propio de la paciente, entre otros motivos porque tiene resultados más previsibles, generalmente puede efectuarse con mayor probabilidad en una única intervención, y también porque emplea dispositivos seguros.
Lejos de pretender evitar polémicas, la realidad es que la inmensa mayoría de estos procedimientos ofrecen buenos resultados a las pacientes también por esa seguridad de los implantes empleados. Pero dado el altísimo número de intervenciones, numerosas crisis aparecen de forma recurrente, como el escándalo de las prótesis PIP, retiradas del mercado porque se descubrió que eran fabricadas empleando, entre otros, componentes de silicona industrial y presentaban tasas de rotura superiores a otros implantes, o el del linfoma anaplásico de células grandes, excepcional, pero relacionado con prótesis macrotexturadas que también han caído en desuso.
Es normal que una paciente pueda tener serias dudas si se plantea un cambio de imagen más o menos importante, y ello implica pasar por un quirófano para implantarse material extraño en el cuerpo. Cuánto va a durar ese implante, qué complicaciones puede tener, cómo prevenirlas, qué hacer a largo plazo para evitarlas o cómo actuar si ocurren. La inmensa mayoría de dudas con las prótesis mamarias tienen respuesta, gusten o no a la paciente.
La limitación fundamental que nos encontramos es la baja evidencia científica que sigue habiendo hoy en día respecto a muchas de estas cirugías con implante. En estadística, que no seamos capaces de encontrar diferencias entre dos procedimientos no quiere decir que no las haya, y es en esa situación donde la opinión de un experto (de gran valor en mi opinión, pese al bajísimo nivel de evidencia científica que supone) cobra importancia.
Porque hay muchas formas correctas de realizar un procedimiento, pero solo una es la mejor. El problema radica en que no todos estamos de acuerdo en qué es lo mejor para nuestras pacientes. Muchos de los antiguos defensores acérrimos de las prótesis macrotexturadas ahora implantan únicamente prótesis lisas, pasando por alto otras alternativas. ¿Hacían mal antes pese a que no existía evidencia científica frente al empleo de esas macrotexturas, o bien ahora cuando se simplifican las tomas de decisiones?
Mientras solucionamos muchas de esas dudas, merece la pena que las pacientes las consulten con sus cirujanos, y sea ese "bajo nivel" de evidencia científica, pero de gran impacto en la relación médico paciente, la opinión del experto, quien las oriente.
En esta línea de "consejo de mi cirujano", suelo dar a mis pacientes uno a largo plazo. Cuando vamos al dentista a hacernos un procedimiento que implique sangrado, como un implante dental o una extracción dentaria, es habitual que se produzca cierta bacteriemia (presencia de bacterias en sangre) porque de forma natural las bacterias están en la cavidad oral y pueden pasar al torrente circulatorio en esas intervenciones.
Si se trata de una paciente con prótesis mamaria, y casualmente se ha producido poco antes de acudir al dentista una pequeña rotura de la cápsula periprotésica (cápsula formada siempre por el cuerpo de forma natural alrededor de las prótesis), rotura que no deja más clínica que un pequeño pinchazo muscular inadvertido para la paciente, esas bacterias de la boca que han pasado a la sangre podrían penetrar la cápsula aún sin cicatrizar y contaminar el implante.
Por ello, a las portadoras de implantes mamarios, recomiendo de forma profiláctica, una hora antes de un procedimiento dental con sangre, tomar una dosis oral de antibiótico (variable esa dosis en función del peso de la paciente y la biodisponibilidad esperada del antibiótico en cuestión). Entiendo a quienes me puedan acusar de fomentar las temidas resistencias bacterianas a los antibióticos, por pautarlos de forma profiláctica, aunque no existe evidencia de primer nivel para ello; y también entiendo la frustración de aquellas mujeres que, no teniendo ningún problema, se han tenido que quitar las prótesis mamarias tras una infección compleja por una bacteria oral.
Que no encontremos diferencias estadísticamente significativas, no quiere decir que no las haya o que dos procedimientos sean iguales. Tan solo, que no hemos sido capaces de encontrar esas diferencias. Sigamos buscando.