| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz,  participó en un acto electoral esta semana en Castronuño, Valladolid.
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, participó en un acto electoral esta semana en Castronuño, Valladolid.

Títeres y titiriteros

Yo que soy un valenciano nacido en Burgos, entre el Arco de Santa María y la Catedral, no veo yo a mis paisanos engatusados con ese guiñol, ni mucho menos comprando mercancía averiada.

| José María Lozano Edición Valencia

El teatro popular para niños mediante muñecos que representan personas o animales, normalmente caracterizados de forma exagerada o histriónica y algo misteriosa, contando historias (cuentos) sencillos de entender, en un lenguaje directo y didáctico, disimuladamente impositivo, conductista, es arte antiguo y extendido entre civilizaciones bien distintas.

En la cultura oriental, siempre exquisita, cabe destacar las sombras chinescas mediante el uso preciso de un foco y exactas siluetas recortadas en cuero o papel en el Piying, el Teatro Chino de las Sombras; y el Ningyo o Burukatu japonés, de expresivas  marionetas manejadas con hilos por manos expertas, a la que se suma la música y una ceremoniosa recitación. Ambos de larga y popular tradición.

El Kathakali, el teatro tradicional de Kerala, India, de similar antigüedad, tiene su versión animada en los títeres de guante que componen el Pavakathakali, donde la danza y la lucha se confunden mientras se desarrollan dramáticas historias de amor y dominio, interpretadas siempre por hombres de exquisito maquillaje, incluidos los personajes femeninos.

El obrero perfecto que complace por igual a empresarios y sindicalistas, y hasta a Yolanda Díaz

La máscara que esconde al actor, también entre los títeres, es denominador común a todos. Igualmente, fueron declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como lo son Las Fallas por iniciativa de Rita Barberá.

A Sófocles, Esquilo, Eurípides o Aristófanes les siguieron de inmediato representaciones populares y espontáneas, satíricas normalmente, escenificadas con medios rudimentarios y protagonizadas por una tosca imaginería. La tradición occidental de los títeres en las fiestas y ferias populares se ha mantenido hasta convertirse en negocio, a principios del XIX, en Lyon, por obra de un sacamuelas vendedor de ungüentos y remedios,Laurent Mourguet, inventor de Guignol.

El muñeco, que cobró vida como un títere de guante, representa a un joven y sonriente obrero, amable, pícaro y rebelde, de buen corazón. El obrero perfecto que complace por igual a empresarios y sindicalistas, y hasta a Yolanda Díaz. Lo cierto es que mirando al guante que movía el títere -un video clip de la época de acceso libre y gratuito- el astuto comerciante se forraba a vender crecepelos y otras inútiles zarandajas al entretenido personal. Y que dio nombre al género: Guiñol, en español.

Me confieso incapaz de ponerlo yo, o cara, a cada uno de los actores que representan el guiñol de la geopolítica actual. Ni siquiera el de España. Guionistas, productores, realizadores y directores, amagados tras sus máscaras como los propios actores, mueven los hilos o el guante en el espectáculo gratuito de la actualidad retransmitida en tiempo real. Ya sea el cansino diario de la evolución del virus, la catástrofe volcánica de La Palma (a nada del olvido), el hecho más repugnante de violencia machista, el más triste desenlace de un accidente infantil, o la última heroicidad deportiva de Rafa Nadal.

En paralelo, la amenaza para la estabilidad mundial que representaría la hipotética invasión de Ucrania por Rusia, o el resultado de las elecciones en Castilla León y sus repercusiones nacionales, es la tarea del político colocando  su producto al personal gratuitamente entretenido. De la primera ha dicho Borrell “esperamos lo mejor pero nos preparamos para lo peor”. De las elecciones de hoy se podría decir lo mismo.

Fantasías de futuro y falsedades de pasado que un presente pertinaz -como la sequía, por cierto, que nos empieza a agobiar- contradice y soportamos en nuestra piel y nuestro bolsillo

Yo que soy un valenciano nacido en Burgos, entre el Arco de Santa María y la Catedral, encima de la farmacia, “de la pata del Cid” nos decíamos de niños los burgaleses con orgullo, tengo para mí que los castellanos y los leoneses, parcos en palabras como profundos en raíces, curtidos al sol y al frío, sin máscaras y ajenos al ruido mediático, al guiñol, conocen bien sus intereses. Dice Tudanca, para espantar al personal como en tanto títere de bruja y escoba, que si gana el PP gobernará la extrema derecha. No dice que su partido pacta con etarras y separatistas y gobierna con comunistas al filo de lo inconstitucional. Porque de lo obvio no se habla.

No veo yo a mis paisanos engatusados con ese guiñol, ni mucho menos  comprando mercancía averiada. Fantasías de futuro y falsedades de pasado que un presente pertinaz -como la sequía, por cierto, que nos empieza a agobiar- contradice y soportamos en nuestra piel y nuestro bolsillo. En el secano mesetario se sabe bien lo que se quiere, se obtiene con esfuerzo, y se riega con un buen vino que se degusta con el mejor cárnico.