| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Obra del Ágora en la plaza del Ayuntamiento  de Valencia.
Obra del Ágora en la plaza del Ayuntamiento de Valencia.

Así es el "modelo de Ribó" en la capital mundial de diseño

La improvisación y el abandono de la Plaza 'del diseño' provoca el malestar e incluso la indignación entre los vecinos de Valencia.

| Sonia García Edición Valencia

Valencia recibe más de cinco millones de turistas al año, según las últimas cifras anteriores a la pandemia. Una parada imprescindible para todos ellos es la Plaza del Ayuntamiento. Se trata del kilómetro 0 de la ciudad, un lugar de paso para muchos, pero también del mayor punto de interés de para los visitantes. 

Las capitales españolas son conocedoras del impacto de estos espacios, pues son el emblema y la seña de identidad de la ciudad. Por ello, los consistorios prestan especial dedicación y mimo a cada detalle como Salamanca ilumina la Plaza Mayor o Sevilla cuida su ría en la Plaza de España. ¿Se imaginan que el legado histórico del siglo XV de la Plaza Mayor de Madrid fuera atacado por el abandono y se sobrecargase de mamotretos ideológicos? Este panorama es el que vive la tercera ciudad más grande de España, es decir, Valencia. 

 

El Gobierno municipal goza de un gusto exquisito para la decoración. Primero, se instaló un pavimento rojo que provocó un aluvión de críticas en las redes sociales. La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico también rechazó el nuevo diseño. El esperpento continuó con la puesta de unos maceteros de hormigón de color verde, entre otros trastos. En todo el ágora, no se encontró mejor lugar para colocar un hinchador de bici que en la puerta de la casa consistorial. 

La Plaza se ha convertido en un caótico contenedor donde, además, se acumulan monolitos inconexos de uso partidista. Compromís y PSPV la toman como su escaparate político. Exhiben pancartas ideológicas en el balcón del Ayuntamiento, así como en los autobuses o en el mobiliario urbano e instalan figuras para hacer campaña. 

Estos nuevos elementos se conjugan en el mismo área con aquellos del pasado que ya deberían haber sido eliminados o, en su defecto, preservado. En la entrada a la Plaza desde la Estación del Norte, da la bienvenida una fila de contenedores de basura. Junto a ellos, el último quiosco, que echó el cierre, pero sigue presente como recuerdo de la prensa impresa. A su lado, una cabina de Telefónica llena de pintadas y de cartelería publicitaria y que no es la única. 

A la degradación de la Plaza del Ayuntamiento se suman las obras del Ágora del Diseño, un nuevo pabellón emplazado en el centro de la plaza para celebrar actos conmemorativos de la ciudad como Capitalidad Mundial del Diseño. Los lunes son el día del diseño, cuando el mercadillo se instala en la plaza. El nuevo Ágora del Diseño convivirá rodeado de bragas y calcetines el primer día de cada semana. 

Paradójicamente, este proyecto se han convertido en un escenario grotesco síntoma de la dejadez del consistorio. Los paneles amarillos que cercan las obras se alejan del concepto del diseño que se pretende representar en su interior y son en el lienzo ideal para el vandalismo. Las pintadas de grafiti dejan a la sombra los pequeños letreros informativos sobre el proyecto. Una construcción sobre el nombre de "Valencia" en el suelo despide a este photocall con escasos meses de vida igual que el conjunto del cajón desastre dice adiós a la idea una Plaza digna de su ciudad.