| 11 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Juan Carlos Campo, ministro de Justicia.
Juan Carlos Campo, ministro de Justicia.

Animalario gubernamental. Darias, Maroto, Campo

¿Sería entonces espíritu revanchista o deseo vengativo el que movió a Moroto, navajita plateá, a emprenderla con su antigua vecina de escaño madrileño?

| José María Lozano Edición Valencia

No, no es una errata en el título, tampoco querido lector (amigo, ya es sabido) un cambio radical del culebrón. Se trata, simplemente, de dar cabida de una tacada a alguno de los más inquietos comportamientos recientes, los más expuestos y sobreactuados. Luego resistiré mi pereza para volver al bestiario inicial donde figuras como la alicaída Montero (Irene), la verde Ribera y hasta la  sensata Díaz (Margarita) ameritan su inclusión.

Nuestro Diccionario de la Lengua Española (DLE) de la Real Academia Española - querida Beatriz- define como única acepción del término animalario “instalación donde se tienen los animales destinados a estudios de laboratorio”. Dado el nivel de bronca en el que España anda enredada, no se me ofenderá nadie por la analogía. Ni me reclamarán los académicos por abuso de lenguaje, al considerar el genérico animal inclusivo de humano. De manera que no encuentro aventurado, ni mucho menos vengativo o revanchista, establecer la hipótesis de que los animales
gubernamentales de los que hoy me ocupo, destinados a estudios del laboratorio de Moncloa que dirige Redondo el suicida (por lo del barranco, digo), ocupan sus respectivas poltronas tenidos en una instalación. Instalados, para entendernos. Y muy bien instalados.

"Esta ministra” como repite machaconamente Carolina Darias en sus abundantes comparecencias, autoconvenciéndose de que lo es

La actual de Sanidad, “esta ministra” como repite machaconamente Carolina Darias en sus abundantes comparecencias, autoconvenciéndose de que lo es -o como si lo dudara la audiencia, y por recordar(se)lo- ya protagonizó algún acto vengativo y revanchista contra Ayuso tras el 4M, y ahora la ha tomado con la población que elige AstraZeneca. Lo que no es de mucha concordia que digamos. Pese al “chúpate esa, Carolina” que le espetó a su manera Illa y el traspaso de su cartera de co- compareciente al bailón de Iceta, son estos días de bulla permanente con Comunidades desafines y pelea con ciudadanos anónimos, muchos precisamente sanitarios, los que la han lanzado a la palestra. Letrada, funcionaria de carrera en la administración autonómica, también acumula dos decenas de años ganándose el pan como política socialista -instalada- en un largo recorrido, desde sus inicios municipales, de cumplida y creciente responsabilidad en el parlamento y gobierno canarios. No me pasan desapercibido sus tres años como delegada del Gobierno de Zapatero.

La titular de Industria, Comercio y Turismo, la vallisoletana Reyes Maroto, acreditada en Economía y Finanzas por la Universidad de Valladolid, con postgrados o masters por otros centros universitarios y copiosa práctica investigadora o profesional anterior a la política, exhibe menor músculo en lo industrial y ya ha resbalado con lo turístico (… su colega Garzón es de guiness).

Juan Carlos Campo, debiera respetar más su trayectoria y dejarse de chascarrillos teloneros

Aposté -y gané- que no peligraba su sillón ministerial con la falsa ofensiva a la vicepresidencia del despedido Gabilondo ¿Sería entonces espíritu revanchista o deseo vengativo el que la movió, navajita plateá, a emprenderla con su antigua vecina de escaño madrileño? Pelillos a la mar y turistas ingleses a la miércoles, que la culpa -lo sabemos- sigue siendo de Ayuso. Al fin y al cabo fue una de las consignas maestras del laboratorio en el que ella está destinada a estudio, anterior a
los ensayos sobre valentía que anuncia el gurú monclovita.

El ministro de Justicia, sevillano de Osuna Juan Carlos Campo, debiera respetar más su trayectoria, dejarse de chascarrillos teloneros, airear menos su vida privada con pareja tan sonada, ser menos obediente, más autónomo o independiente, tal y como debiera llevar en su ADN jurídico tras temprana y exitosa carrera judicial, su doctorado en Cádiz como Dios manda, su paso por el Consejo del Poder Judicial y su ya dilatada faena política. Secretario de Estado (de Zapatero también) cuando se sustituyó a Fernández Bermejo tras la cacería con otro Garzón (el de la otrora de Justicia) e
inquisidor después de Fernández Díaz en la Comisión Parlamentaria al efecto. Su papelón naturalizando el indulto -ensayado sin embargo- y su desprecio por la esencia de su perfil profesional, contrasta con la candidatura al Constitucional (no salió) a propuesta, claro está, del PSOE antes de su nombramiento de 2009. ¿Habrá un ápice de venganza o revanchismo en su más que probable propuesta de indulto o, como mucho un reparto de papeles con la otrora? De vergüenza, ministro.

Instalados, atentos al protocolo de estudio, ratones de laboratorio de ingeniería social e ideológica, responden de forma conductista precisa y programada a los estímulos acción-reacción de Sánchez que los dirige sin escrúpulos. Ni ética alguna.