| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Joan Ribó, alcalde de Valencia.
Joan Ribó, alcalde de Valencia.

Hoy toca Valencia

Ribó renunció a Valencia y a su propia responsabilidad desde el mismo día de su toma de posesión con aquel gesto populista y displicente.

| José María Lozano Edición Valencia

Con tilde o sin ella, en valenciano o en castellano, hoy me decido a reflexionar sobre Valencia, cap y casal, y su proyección sobre el conjunto de la Comunidad Valenciana –“el país valenciano no existe, idiotas”- a la vista de los últimos acontecimientos. He sostenido -y mantengo- que Ribó renunció a Valencia y a su propia responsabilidad desde el mismo día de su toma de posesión con aquel gesto populista y displicente a la vez de apartar el bastón de mando que Rita Barberá manejó con orgullo, determinación y eficacia durante sus históricos seis mandatos.

La última encuesta de opinión que publica ESdiario (imagino que con el debido permiso de Tezanos y su amaestrado CIS - anuncia un tímido empate técnico para la Generalitat Valenciana pese al sensible crecimiento de expectativa de voto para el PP de Carlos Mazón, el muy relevante de la formación de Abascal en estas tierras y la más que previsible desaparición de los errantes Ciudadanos tras el aparatoso abandono de Toni Cantó. ¿Empate técnico con la que está cayendo? Pues, cocina aparte, es lo que los demoscópicos de Electocracia creen apreciar tras analizar las mil encuestas que se han realizado recientemente.

Es sabido el peso que la ciudad de Valencia tiene en el resultado de los comicios autonómicos, como es sabida la importancia del voto valenciano en los resultados de las generales. De ahí la atención que los observadores prestan, con razón, al índice de satisfacción de los valencianos con respecto a la política municipal. Y, si me permiten, la dificultad para medirlo en tiempo real como si se tratara de la calidad del aire bajo la lluvia de ceniza volcánica del Cumbre Vieja (el corazón de España sufre con la isla de La Palma). Y de ahí, también, la sorpresa de muchos ante una situación en la que la rutina diaria es decepcionante -y así lo evidencian abundantes y frecuentes titulares- pero permanece atrapada en una suerte de resignación ciudadana casi masoquista, o fatalista, de apariencia fundamentalmente ideológica con la que la derecha valenciana no logra acabar.

La movilidad urbana parece formar parte nuclear del abandono en la práctica que suele ser constante cuando se pasa del activismo callejero a la política responsable

Los errores, chapuzas, fracasos y pleitos que rodean la gestión del inefable Grezzi en la EMT y la movilidad urbana ya se dan por descontado y parecen formar parte nuclear del abandono en la práctica que suele ser constante cuando se pasa -por mor de las urnas, porque así es- del activismo callejero a la política responsable. Y Ribó de perfil. Con motivo de la última reclamación millonaria de la Agencia Tributaria por impagos del IVA, lo denunciaba con contundencia el edil popular Carlos Mundina recordando que es un desprecio inaceptable a los valencianos que vemos como se derrochan nuestros esfuerzos para cumplir con las obligaciones impositivas (que son muchas y crecientes).

El boicot permanente que Compromís -secundado por Podemos- ejerce contra la ampliación del Puerto, en el que el tándem Ribó/Mollá juega especial protagonismo, hasta el punto de apoyar en contrapartida la del de Barcelona en comunión con ERC y la Cup, es un obstáculo consciente y declarado a los intereses de progreso y desarrollo económico de la ciudad y de la Comunidad en su conjunto. Porque sus propios intereses, esencialmente partidistas, y naturalmente de ideología catalanista, se ponen por delante de los de los administrados y del bien común, con vanas y oportunistas excusas medioambientales que niegan la legalidad vigente y el criterio de los expertos autorizados en la materia.

Los intereses de Ribó, esencialmente partidistas, y naturalmente de ideología catalanista, se ponen por delante de los de los administrados y del bien común

Se desgañita María José Catalá reclamando sin éxito una actitud proactiva de la Alcaldía ante oportunidades como la reanudación de la America's Cup o la subsede del Museo de El Hermitage de San Petersburgo. Pierde el tiempo la aspirante, nada que convenga a Valencia conviene a Ribó. Ni el patrimonio, ni el arbolado, ni la limpieza, ni la vivienda social, ni La Albufera, ni las guarderías o colegios infantiles, ni los centros de salud, ni el comercio … y así un largo etcétera.

Lo sorprendente -y lo preocupante- es que así y todo, se produzca un decepcionante empate técnico. La oposición habrá de emplearse con mayor firmeza.