| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pilu Hernández Dopico, experta en educación
Pilu Hernández Dopico, experta en educación

¿Se podría haber evitado el parricidio de Elche?

Conocer a nuestros hijos no es solo educarles a ellos, es educarnos a nosotros para poder interactuar con ellos en esta nueva sociedad digital en la que han nacido.

| Pilu Hernández Dopico Edición Valencia

El que un adolescente de 15 años asesine con una escopeta a sangre fría a su madre y hermano pequeño y después, con premeditación, a su padre, y conviva con los cadáveres tres días es un hecho que conmociona.

La pregunta que muchos progenitores se estarán haciendo en este momento es, precisamente, la del titular de esta columna.

Desde mi experiencia la respuesta es clara: SÍ, sí podría haberse evitado. Es duro leer esto y lo digo con todo el respeto a las familias que sufren semejantes tragedias. Pero tengo que decirlo de cara a aquellas que todavía están a tiempo de evitar casos de violencia por parte de sus hijos, en casa.

En primer lugar, tenemos que tener presente que la pandemia ha hecho una profunda mella en los menores; se han acostumbrado a comunicarse, informarse, expresarse y relacionarse a través de pantallas. En muchas ocasiones sin ningún tipo de control y basándose en lo que su vez han visto que deben ser esas comunicaciones, informaciones, expresiones y relaciones en series de televisión, en películas, o directamente, en foros y espacios en Internet.

En segundo lugar, debemos saber que la nueva generación tiene una bajísima tolerancia a la frustración; están acostumbrados a satisfacer todas sus necesidades en un clic, poco necesitan del mundo real porque les parece que lo tienen todo en el mundo online. Este último es perfecto, les pasa como a nosotros con la política, leemos lo que más nos gusta y desdeñamos las opiniones ajenas, pero, en el caso de los menores, sin ninguna capacidad de criba previa, sin haber desarrollado a lo largo de los años una postura concreta, por lo que consumen y consumen minutos del mundo online y el mundo real no les gusta: es el espacio del “no” frente al “sí” permanente del onírico espacio online.

Por último, debido a nuestro ritmo de vida actual, en muchas ocasiones no observamos las señales que nos mandan los menores, ni desde los centros, desbordados por las ratio de alumnos, ni desde casa, desbordados por interminables jornadas laborales.

Educar en convivencia, salir con ellos a la calle, al supermercado, al campo, a las tareas más diarias y menos satisfactorias, pero que forman parte del día a día de cualquier persona

 

¿Y qué podemos hacer ante esta situación? Educar. Educar en alfabetización mediática, que implica explicar a nuestros hijos para qué sirve Internet, estar con ellos delante de la pantalla y cotillear descaradamente qué hacen, que no sientan que son los dueños de la red, todo lo contrario, que sepan que si están delante de una pantalla es porque un adulto se lo ha permitido.

 

Educar en convivencia, salir con ellos a la calle, al supermercado, al campo, a las tareas más diarias y menos satisfactorias, pero que forman parte del día a día de cualquier persona, para que no piensen que todo viene de la nada y que valoren el esfuerzo, pero no desde un punto de vista negativo, todo lo contrario, enseñarles de manera positiva lo afortunados que son al participar en tareas del hogar o por salir de excursión.

Finalmente, educarnos a nosotros para poder prestar atención a cambios de comportamientos y no achacarlo todo a “la adolescencia”: preguntarle por sus compañeros, por sus amigos, por sus planes para el fin de semana, por sus seguidores en Instagram, por su sitio favorito, su color favorito, su helado favorito y hablar de vez en cuando con el centro, que es quien ve a nuestro hijo durante horas y horas día tras día.

Conocer a nuestros hijos no es solo educarles a ellos, es educarnos a nosotros para poder interactuar con ellos en esta nueva sociedad digital en la que han nacido.