| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Àlex Blanquer y Lluís Cascant, presentadores del acto
Àlex Blanquer y Lluís Cascant, presentadores del acto

Premios, ironía y promoción de sus estrellas en la imprevisible gala de À Punt

La radiotelevisión pública valenciana congregó a todo el Consell y a referentes de la sociedad valenciana para celebrar su tercer aniversario en el teatro Principal de Valencia

| H.G. Edición Valencia

À punt celebró su tercer aniversario con una gala que supuso un acto cuantitativo en un teatro, en el Principal, en Valencia, por cuanto ya podía ocuparse la mitad del aforo en una sala de estas características. El evento fue de dentro para fuera, no a la inversa.

Esto significa, en la práctica, una demostración de fuerza de la radiotelevisión pública valenciana a la sociedad valenciana cuando cumple una edad muy simbólica en la vida, en la que el menor ya deja de ser bebé y pasa a considerarse niño, cuando sube del primer ciclo de educación Infantil al Segundo y entra en el colegio, o el momento en que los padres ya empiezan a decir su edad por años y no por meses.

El acto fue una exaltación, con brillantez técnica y un guion muy pulido -que sorprendía continuamente-, de los medios propios. Aunque estaba el Consell en pleno con su presidente a la cabeza, ninguno intervino, al contrario de lo que sucede en acontecimientos de estas características. Ni tan siquiera lo hizo el director del medio, Alfred Costa. Solo había espacio para los protagonistas habituales, para las caras familiares al espectador.

Con una excepción, la que despertó los mayores aplausos e hizo que la vicepresidenta, Mónica Oltra, se pusiera en pie y consiguiera arrastrar con ella a todo el auditorio. El homenaje al personal sanitario. Lo ejemplificaron dos de las dos doctoras más prestigiosas, de las que confirman el elevado nivel de la sanidad valenciana. Emocionaron.

Y tanta emoción incluso estuvo a punto de truncar la perfectamente trenzada escaleta -no podía durar más de dos horas la gala, ya que se emitía en falso directo (o directo diferido)- cuando la reconocida oncóloga Ana Lluch se extendió más de lo previsto en su intervención y la presentadora, con mucho tacto, tuvo que animarla a retirarse. La cantante valenciana Samantha Gilabert puso el otro toque exógeno, aunque no tanto, a la gala, con sus animadas actuaciones.

A partir de ahí, exaltación de las figuras propios con el aderezo de reivindicación de más financiación aprovechando la presencia del president de la Generalitat, Ximo Puig, y con el condimento de recalcar el aumento de audiencia (comienza a notarse en ese sentido el cambio de dirección). Precisamente el presentador ofreció, en esa línea, un toque de humor, cuando agradeció la presencia en la sala de la máxima autoridad de la Comunidad Valenciana, pero no para referirse al citado Puig, sino para mencionar a Eugenio Alemany.

Tanta autoridad -y tanto ejemplifica lo que quienes manejan la radiotelevisión pública quieren transmitir- tiene para Á punt que concedió a Alemany uno de sus premios de las noche en una categoría en la que era única nominado. Mayor reconocimiento, imposible. Aunque se hiciera envuelto en el celofán del humor, el atrevimiento o las meteduras de pata (ensalzadas como espontaneidad).

Porque en esos premios, hilo conductor de la velada, tuvieron distinción los rostros más conocidos del grupo. O aquellos a los que pretende impulsar en mayor medida. El propio Alemany, Clara Castelló, Carolina Ferre o, desde luego, Màxim Huerta, a quien le otorgaron el honor de cerrar el elenco de premiados. Galones de ex ministro, aunque gracia no le falta al que fuera efímero titular estatal de Cultura.

Con corrección política y tratando de reprimirse en algunos tics que sabe que se le achacan, À punt no pudo contenerse en dar protagonismo a ciertos clásicos que andan a caballo entre el mundo del arte y el de la política, como el actor Ferran Gadea (con un monólogo de lucimiento personal) o el cantautor Pep Gimeno, El Botifarra. Como tampoco pudo evitar, en un duólogo de reivindicación del feminismo, arremeter contra quienes critican la programación por "sectaria", "elitista" o "catalanista" (¿Les suenan esos calificativos?). Todo con sorna y con espectáculo, claro.

Porque la gala fue diversión en sí misma. Quizás le faltó "glamour", como también, tirando de ironía, soltó desde el escenario la actriz Lola Moltó (otra de las caras emblemáticas galardonadas), representando su papel más tradicional en la serie ´Diumenge paella´.

Pero no es el estilo de quienes realizan a diario los programas de Á punt. O no lo entienden así. El evento supuraba otro tipo de valores, aunque con "corrección política", sin excesos más allá de consabidos tics de los que le resulta insoportable desprenderse. Por encima de todo fue un espectáculo fresco, de autoimpulso una vez superada la primera infancia y con ganas de liberarse del sobrenombre de "el antiguo Canal 9".  Feliz cumpleaños.