| 14 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Vinicius Junior.
Vinicius Junior.

Los descerebrados bocas-sucias blanquitas

Los mass-media nos hemos arrojado mordientes sobre la cancha y los políticos obviamente nos han seguido el juego

No sé si se acuerdan, pero hace unos cuantos miles de años todos nosotros los homo sapiens-sapiens, homínido al que le aumenta la capacidad cerebral, cuando saltamos en sucesivas oleadas desde África a Europa, éramos tan negros-negruzcos como Vinicius, y acabamos exterminando al hasta entonces ocupante europeo, recio y blanco neandertal. Milenios después, por cuestiones climáticas y selección genética nuestras epidermis en Europa fueron mudando a blancas, tanto más cuando los migrantes se acercaban al gélido Norte. Desde entonces raro es el pueblo occidental reconvertido en imperio o nación que, ejemplificando con la Historia, no haya sido racista, empezando por nosotros los españoles desde el siglo XV y las inquisitoriales "limpieza de sangre", aunque reconocerlo hoy sea social y políticamente incorrecto, por lo cual pocos, por no decir ninguno lo queremos asumir.

A estas alturas de lo pasado y de la ciencia acopiada, nadie supone dioses creando seres humanos a su imagen y semejanza con tan sólo un soplo divino, empezando por las religiones politeístas y acabando monoteístas de origen judío y las varias budistas. Ateos, agnósticos y descreídos ni siquiera se lo plantean desde Darwin a los corrientes. Somos seres racionales de indistinta inteligencia y la piel es únicamente envoltorio polícromo, aunque interesado dominio secular (a sangre, fuego y esclavitud) de unas razas sobre otras.

Cruel paradoja, cuando la masa vocinglera y faltona del Mestalla vituperó al "negrito" brasileño: negro eres Vini, y a mucha honra ancestral como privilegiado antecesor de los descerebrados bocas-sucias blanquitas que te insultaban desde la supina ignorancia de escupir para arriba, sin reparar en que el salivazo multitudinario y sanción futura caerían sobre su propio equipo, mientras tú te ibas a convertir en un héroe público con medalla añadida al reconocimiento de un futbolista superlativo.

Ahora el balón ha salido de ese campo de juego donde antes que Vinicius fueron malmirados e insultados: Didí (al que Di Stefano acabó echando del Real Madrid), el grandísimo Pelé, o Mohamed Salah, George Weah, Samuel Eto'o etc., por citar algunos de los más relevantes en un cuadro de honor futbolístico que llenaría varias páginas. Los mass-media nos hemos arrojado mordientes sobre la cancha y los políticos obviamente nos han seguido el juego; al punto que desde la izquierda abanderada por los podemitas e independentistas acusan a las miles de fieras vociferantes en Mestalla ¿también en El Sadar? de ser miembros o simpatizantes de Vox y demás fachendosos "naranjitos". ¿Acaso su omnipotente superioridad autosuficiente les permite entrar en el cerebro, e intención votante de todos y cada uno de los implicados en semejante salvajada? ¿No habrá muchísimo/a gárrulo faltón que mañana deposite las distintas papeletas del tripartito actual en las urnas? ¿Es lo mismo Juan Español en su casa, oficina o tajo habitual, que cuando lo sueltan a vomitar sus instintos en un campo de fútbol? ¿Ser un educado urbanitas es de izquierdas, de centro o de derechas?

Y aquí se añaden mis otras dudas socio-antropológicas futbolísticas: ¿los denigraban por ser "negros" o por ser "desequilibrantes" contra el equipo de casa? Además, en el caso que nos ocupa, Vini-Vidi-Vinci con su habitual, y al parecer incorregible, incontinencia gestual, ¿quiere cabrear a la defensa enemiga tras ganarles en carrera y hacerles un regate o caño ridiculizándolos como incompetentes ante su genialidad natural?; ¿o más bien encolerizar a la hostil y contrincante grada-tendido soliviantándola con amplias y mordaces sonrisas, peinetas, amén de todo su extenso repertorio en desafiantes mímicas, ora imitaciones simiescas, ora provocadoras sobreactuaciones teatrales?

Que yo sepa, ni los hermanos Iñaki y Nico Williams, ni Ansu Fati, ni sus compañeros del Real Madrid: Rodrygo, Alaba, Rüdiger, Camavinga..., dialogan verbal o gestualmente con el público, limitándose a interpelar al jugador encontrado que les hizo la falta, y después acudiendo al árbitro en demanda de correctivo más fuerte para el agresor. Pero al joven Vinicius le va la marcha comprometedora y algo circense, de hecho, su presidente Florentino Pérez mantuvo un privado con él, y según ha trascendido, no sólo para expresarle su solidaridad y voluntad ajena sobre lo intolerable, empezando por el brutal racismo e inconsistente tópico puterío familiar, sino para aconsejar una terapia psicológica que ayude a moldear las improntas de todo un carácter levantisco y díscolo, casi infantil, que no sólo compromete a él, sino a todo el conjunto cada vez que juegan en campo contrario.

¿Quiere esto decir que en cierta forma estoy justificando a los hooligans del Mestalla? En absoluto. Lo de la multa de 4000 euros me parece calderilla contemporizadora. La disparidad de opiniones entre Luis Rubiales, presidente de Federación Española de Fútbol, y Javier Tebas, presidente de LaLiga sobre los incidentes en Valencia, no es más que otra batalla en la larga guerra a muerte mantenida entre ambos por el interesado y particular dominio del fútbol español y su trascendencia internacional. Echarle la culpa al incompetente árbitro parece sentencia demostrada y obligada que se ajustaría reglamento para expulsarlo de la competición. Localizar a través de las lentes del "gran hermano" a uno y cada todos que gritaron "puto, negro, cornudo y mono" a él, y puta a su madre, será problema para la Fiscalía (contra el Odio) valenciana denunciante, aunque supongo que los superlativos problemas "técnicos-procesales" pueden ser inabordables dado el número de implicados y, por lo tanto, caer en la injusticia que propiamente se intenta resolver. Los escasísimos detenidos son agua en el desierto para calmar al general opinante.

La Justicia, y después del pollo montado nacional e internacionalmente (sobre todo), se ha visto obligada a "entrar en el asunto", pero presumo que debe ser competencia rápida y directa de las enemistadas autoridades deportivas-futbolísticas, esencialmente si se busca un castigo aleccionador y ejemplificante con la masa futbolera incontrolable. Bastaría con cerrar Mestalla para próximos campeonatos durante seis meses o toda una temporada; mismamente clausurar la entrada de espectadores; o, algo más extremo como descender al club de la primera categoría liguera. Y así puede especularse con decenas de sanciones edificantes contra nuestro racismo atávico.

Justos por pecadores, será todavía el dilema histórico que casi siempre se ha inclinado por los segundos. Hora va siendo de cambiarlo.