| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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¿Qué ha pasado en Sea Island?

¿Qué diferencia hay entre un dictador islámico que al menos no oculta que él gobierna realmente y una élite que conspira en la sombra para revertir hipócritamente el mandato de millones?

| Eduardo Arroyo Opinión

El pasado viernes un acto de campaña de Donald Trump en Chicago fue infiltrado por activistas violentos y, para prevenir un posible derramamiento de sangre, el acto tuvo que ser cancelado. Marco Rubio y Ted Cruz culparon por ello a… Donald Trump. Es habitual entre los profesionales del cinismo y la cara dura culpar a las víctimas de las acciones de sus verdugos. En España conocemos esto muy bien: es la táctica de ETA y su chusma. Durante años, los asesinados con un tiro en la nuca, los descuartizados por las bombas eran culpables de ser inocentes. Como por arte de magia, la responsabilidad se transfería a un supuesto aparato represor del cual esas víctimas eran miembros y cooperadores. Arnaldo Otegi sabe muy bien de qué hablo pues durante años se prestó a esta corrupción intelectual y espiritual, equiparable a los EREs y al caso Noos, salvo que en estos últimos al menos no se mató a nadie.

Que estas cosas sucedan en España, un país abandonado a la estupidez y la indecencia, no debe sorprendernos. Sí que resulta chocante en los EEUU donde, al menos teóricamente, los asesinos no comparecen a elecciones ni obtienen fondos públicos. ¿Qué está pasando entonces en aquél país? Pues sencillamente que el poder está nervioso. Nada temen más que a un “outsider”. Ayer día 18, La Razón encabezaba una noticia con el titular: “Trump, una de las diez mayores amenazas de la humanidad”. Se podría pensar que se han vuelto locos pero no: la “unidad de inteligencia” de The Economist, considera que Donald Trump es equiparable al terrorismo yihadista. Según la citada “unidad”, Trump “ha sido excepcionalmente hostil hacia el libre comercio, incluido de manera notable el Nafta, y ha tildado a China de ser un ‘’manipulador de divisas’’”. Que China manipula su divisa y lo lleva haciendo años no es un secreto para nadie; que Nafta ha sido ruinoso para las clases trabajadoras estadounidenses tampoco es secreto. Por lo demás, no existe tal “libre comercio”; más bien se trata de la libertad de grandes corporaciones para llevar su producción donde les es más rentable, pese a quién pese. Su “libertad de comercio” es, por tanto, la esclavitud de millones. Si pensar esto le hace a uno equiparable al terrorismo yihadista hay que concluir que la “unidad de inteligencia” de The Economist está dirigida por débiles mentales.

Pero esto no es de extrañar porque es el Partido Republicano quién muestra la peor cara de la partitocracia; es decir, los partidos políticos como retóricos representantes del pueblo e instrumentos fácticos de las camarillas de plutócratas. ¿Cómo puede ser? Justo antes de las primarias de Mississippi y Michigan, ha tenido lugar en Sea Island, Georgia, una reunión de super-ricos todos ellos alarmados por el caso Trump: Tim Cook (Apple), Larry Page y Eric Schmidt (Google), Sean Parker (Napster), Elon Musk (Tesla Motors) y otros muchos, además de miembros del gobierno y representantes del partido republicano.

La reunión tenía lugar con motivo del Forum Mundial del “American Enterprise Institute”, institución de infausta memoria. Según explica The Huffington Post paralelamente al Forum tuvo lugar una reunión con el único objetivo de revertir la decisión democrática de millones de votantes y abortar la candidatura de Donald Trump. La información apareció el pasado día 7 de marzo bajo el título: “At Secretive Meeting, Tech CEOs And Top Republicans Commiserate, Plot To Stop Trump”.

En el contenido se aprecia cómo todos los intrigantes y embusteros que se las ingeniaron para organizar la guerra de Iraq continúan también en la alta política plenamente activos. Nadie les pidió un ápice de responsabilidad por sus mentiras y por su participación en el asesinato de miles de civiles, en una de las políticas exteriores más desastrosas que se recuerdan. El artículo merece la pena leerse para darse cuenta del alcance del asunto. Es especialmente gracioso el “tweet” del impresentable Bill Kristol: “Heading to AEI World Forum. Lots of interesting guests. It's off the record, so please do consider my tweets from there off the record!” (De camino al AEI Forum. Un montón de invitados interesantes. Esto no es oficial así que por favor consideren mis ‘tweets’ desde allí como oficiosos).

Cuando se profundiza en noticias de este estilo no le extraña a uno que se hable despectivamente de “la casta”. Tampoco le extraña cómo se da pábulo a unas noticias y a otras no (véase el caso de La Razón) y cómo la alusión sempiterna a la democracia y otras palabras tótem de la época solamente sirven para enmascarar el poder real. De paso, hace falta mucha cara dura para llenarse después la boca con condenas retóricas a las dictaduras. Mi pregunta es: ¿qué diferencia hay entre un dictador islámico que al menos no oculta que él gobierna realmente y una élite que, con los impuestos de todos (las donaciones al AEI son deducibles), conspira en la sombra para revertir hipócritamente el mandato de millones? Francamente, el primero me da mucho menos asco.