| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Rivera, Sánchez e Iglesias.
Rivera, Sánchez e Iglesias.

Dos errores de Sánchez e Iglesias ponen patas arriba el debate a tres

Los papeles al comienzo estaban claros. Sánchez contra el presidente ausente y Rivera; Rivera contra Sánchez; e Iglesias contra el sistema y Sánchez. Pero todo se fue de madre pronto.

| Ana Isabel Martín España

La nueva política tiene viejos vicios. Los del y tú más, las evasivas y los golpes bajos. Claro que visto el resultado del debate a tres que libraron Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias en El País, a los espectadores les vino bien que no estuviera Mariano Rajoy (su atril vacío sí, otra deferencia de Prisa).

¿Por qué? Porque si hubiera estado el candidato del PP el debate se habría convertido en un tres contra uno; y así al menos fue un todos contra todos en distintas fases.

Sánchez empezó queriendo debatir contra el presidente ausente y contra Rivera, por aquello de que C's también está comiendo cual termita los tabiques del PSOE. Rivera empezó queriendo debatir contra Sánchez, sólo y exclusivamente, consciente de que puede disputarle la segunda plaza el 20-D. E Iglesias empezó queriendo debatir contra el sistema en general -de tanto hablar de puertas giratorias la audiencia debió de marearse- y contra el PSOE en particular por ser su máximo representante en el plató.

Los papeles al comienzo estaban, pues, claros. Pero una hora y media da para mucho y aquello acabó pronto yéndose de madre. 

El líder de los socialistas empezó muy frío y en los compases iniciales cometió un error de principiante que marcó el primer tramo del debate. Elogió a Rivera e Iglesias por ser "dos valiosos políticos que pertenecen a una nueva generación" para, acto seguido, recriminarles que su cambio sea sólo de boquilla y erigirse como el verdadero garante del cambio en España.

Ello propició que los candidatos de C's y de Podemos unieran fuerzas para hacer pinza contra el socialista. El primero le recriminó su obsesión con el PP: "España está esperando soluciones, no que os peguéis incluso cuando no están". Y el segundo le afeó a Sánchez que se dedicara a hablar del PSOE de los ochenta a estas alturas. "La renovación no es sólo marketing", añadió Iglesias.

De ahí el debate fue tornándose en un cara a cara entre Rivera y Sánchez -"¿Qué parte de la LOMCE vas a derogar?", inquirió el socialista- hasta que Iglesias cayó en la cuenta de que estaba quedando descolgado, igualito que en las encuestas, y reaccionó. Primero invitando a sus rivales a recuperar "el buen tono"; después atacando el PSOE y permitiéndose la licencia de afirmar que muchos "socialistas de corazón" están "hartos".

Pero hete aquí que el líder de Podemos cometió un fallo serio, pueril, que podría haber evitado documentándose mejor. Le afeó a Sánchez que la exministra Trinidad Jiménez esté en el consejo de administración de Telefónica cuando de momento ha recibido una oferta pero no la ha aceptado. Y Sánchez aprovechó para recomponerse y ponerse digno: "Confundes la nueva política con la difamación. De Monedero me lo podía esperar, pero no de ti".

Las propuestas fueron más bien contadas, si acaso alguna más de Ciudadanos. Pero al menos los espectadores supieron que Sánchez se ha estudiado al dedillo el programa electoral de los naranjas -citó la página 165-; que Rivera aún sangra por la herida del pacto que firmó en las europeas de 2009 con el partido Libertas; y que Iglesias defiende a capa y espada a su número uno por Jaén pese a estar condenado por agresión a un concejal socialista. Le incluyó en la categoría de "gente que se ha jugado la libertad parando desahucios". Textual.

Lo que empezó como un debate respetuoso en los tiempos fue por momentos un guirigay. Si Iglesias le reprochaba a Sánchez que en Navarra hubiera permitido antaño el "gobierno de la corrupción" de Yolanda Barcina éste contestaba con Monedero. Si Rivera le preguntaba al socialista si van a seguir pactando con Compromís o favoreciendo la adhesión de municipios como Castelldefels a la liga independentista éste contraatacaba con el "partido de extrema derecha" con el que C's fue de la mano a las europeas de 2009. Si Sánchez le afeaba al líder de Podemos el referéndum que propone para Cataluña éste le acusaba de usar "argumentos propios de la caverna". Y así sucesivamente.

Ganar  no ganó ninguno. Perder, al menos, tampoco. El próximo lunes a ellos tres se unirá Soraya Sáenz de Santamaría en el debate de Atresmedia. Seguro que entonces Sánchez, Rivera e Iglesias encuentra algo contra lo que ponerse de acuerdo: ella y por extensión el PP.