| 01 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Ximo Puig y Pedro Sánchez en un reciente encuentro en Alicante
Ximo Puig y Pedro Sánchez en un reciente encuentro en Alicante

El parte demoscópico o la tormenta perfecta

Lo malo no es que naufrague el Gobierno de Sánchez&Asociados, y tras suya el contramaestre Ximo Puig, lo trágico será que nos lleven a todos los españoles al abismo antes de dejar el timón

Los domingos hacemos sesiones de cine maratonianas. Tanto leer a mis colegas articulistas sobre "La tormenta perfecta" que volví a visionar la película de Wolfgang Petersen contándonos el naufragio y perecimiento de la marinería en un pesquero, el Andrea Gail, dedicado a la captura del pez espada. Metiéndose en aguas procelosas llenan la bodega del tan preciado emperador, pero al intentar volver a tierra se avería la máquina de fabricar hielo y la antena de comunicaciones, mientras que por la casi imposible convergencia de varios huracanes y corrientes atlánticas, el océano embravecido eleva olas de hasta 25 m, una de ellas "la solitaria" engullirá finalmente hasta el cementerio marino al barquito de Gloucester.

Se le viene encima a Pedro Sánchez, y por extensión de resonancias a Ximo Puig una letal The Perfect Storm. Atrapado el presidente del Gobierno español en una concatenación de desdichas: cuando remite la pandemia Covid aún por cicatrizar, se le abren brechas en la proa de su propio Consejo de Ministros/as que más bien parece La Moncloa del "tócame Roque, Roque tócame", en un sinsentido de declaraciones (¡públicas! ¿cuándo antes se ha visto semejante indiscreción reventando el obligado – aquí sí – secretismo?; declaraciones, según el ministerio, no ya contradictorias, sino manifiestamente opuestas ante el asombro de la Comunidad Europea y aún peor, de los Estados Unidos que tienen al gas y al petróleo cogidos por el cuello del grifo de sus explotaciones y negocios asociados. Y por si no hubiese harta caña con las plagas medio idas y las por venir, Rusia la lía parda metiéndose el zarevich Putin en Ucrania sabiendo o presuponiendo dos axiomas del dictador: la primera, que nadie se va acercar a rechistarle de obra, otra cosa son las palabras, porque tiene en la mano siniestra bombas atómicas de todos los megatones y cataclismos; y la segunda, porque ansía rememorar a papaíto Stalin cuando se enfrentó a Hitler con un costo de más de 27 millones de rusos sacrificados en aras de la "madre patria" como también gusta calificarla este otro sátrapa, al que sus compatriotas mayoritariamente estiman como "Iván el Terrible" del siglo XXI intentando recuperar lustre y territorios de la extinta Unión Soviética , por mucho que nos quieran vender los medios de comunicación occidentales una progresiva disidencia que se queda en acostumbrada nimiedad cara al mundo libre. ¿Acaso se levantó el pueblo americano cuando sus gobernantes afanaron medio México?; los revolucionarios franceses, ¿no reprimieron levantamientos de sus colonias pidiéndoles la independencia?; ¿alguien le plantará bemoles a la República Popular China si invade Taiwán cual ya entró anexionándose Hong Kong? Como decía Araceli, la gran camarera de la oriolana Casa Corro: ¿sigo o me callo?

Y mientras en Madrid desgobiernan en contienda de canes socialdemócratas a la violeta y felinos anarco/comunistas con la anuencia separatista catalano-vasca, el valenciano Botànic, ayer jardín expositor de variopintas y diversas florestas izquierdosas e izquierdistas con algún búcaro "indepe ma non troppo", se ha convertido hoy de un erial salvaje del sálvese quien pueda, oído el parte meteorológico, o, en este caso demoscópico, con unas encuestas de creciente mejora para el PP, pero y además de superlativa elevación en intencionalidad de votos para Vox, que ahora juega a león dormido en el circo político, entornando apenas un ojo para observar cómo los contrarios se devoran solos.

Ahora los taxistas pueden sumarse al desiderátum del combustible, no haciendo viajes salvo para manifestar su enojo

Hiper y supermercados desabastecidos de lo básico con carritos acaparadores como si viniese el fin del mundo, y precios en usurera alza, empezando por él propiamente valenciano nuestro querido Juan Roig, dueño y señor de Mercadona, que se está forrando, aún más, a costa del alarmismo vivencial. Siendo una comunidad eminentemente exportadora hortofrutícola, tenemos a los camioneros en recalcitrante paro cabreado porque no les da para pagar su medio de vida, léase precio del gasoil hoy más caro que la gasolina (y lo que resulta más ofensivo: pasan de ellos como de lo que comen las moscas sin panal, cuando al mismo tiempo se reúnen con propietarios de flotas), letras del vehículo transportista vencidas, talleres esperando cobrar algo, y otros muchos etcéteras que progresivamente están paralizando a toda una nación. Ahora (y sólo de momento) el puerto de Valencia, donde también se ha armado el tripartito pollo gubernamental por la nueva terminal (a todas luces insuficiente como informaba este diario), ahora compite por el número uno de España porque Barcelona queda en stand-by al haberse transmutado en ring de camioneros propietarios versus asalariados. El de Alicante queda jibarizado al prohibir los políticos, paradójico sensu contrario, su ampliación en muelles para contenedores. Y quizá Sagunto respire gracias al maná Volkswagen bajo la advocación de un Ximo Puig intentando recuperar algún caladero de votos. El resto portuario, redes y menor cabotaje.

Y por si faltaba poco a este guión preapocalíptico como sacado de una película distópica, ahora los taxistas pueden sumarse al desiderátum del combustible, no haciendo viajes salvo para manifestar su enojo: peor imposible, por mucho que Sánchez a través de sus emisoras acólitas diga que no es nada lo del ojo, cuando lo traen en la mano.

Me cuenta un amigo profesor de Meteorología que es muy difícil darse una "tormenta perfecta" tan bestial como la del drama marinero de George Clooney, acuciado su prestigio capitaneando un pesquero frigorífico con mala recha de capturas, para llevar su barco y a sus hombres al fondo del océano por no haber previsto la previa reparación de motores congeladores antes de lanzarse a la mar, y después desatendiendo el parte meteorológico anunciándoles la peor de las confluencias climáticas.

Lo malo no es que naufrague el Gobierno de Sánchez&Asociados, y tras suya el contramaestre Ximo Puig, lo trágico será que nos lleven a todos los españoles al abismo antes de dejar el timón suicida en otras manos que sepan negociar las gigantescas rompientes y volver al abrigo sorteando la tormenta perfecta, pero ya sabemos que nuestros actuales dirigentes: antes muertos que sencillos.

El capitán Ahab muere enredado entre los arpones que saetean el lomo blanco de Moby Dick. Con paralela anterioridad estamos oyendo resonar la mala pata de palo de Sánchez paseando la noche sobre cubierta a sabiendas que nos lleva al desastre.