| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El director del CCAES, Fernando Simón; la ministra de Sanidad, Carolina Darias; y la directora de la Agencia Española del Medicamento, María Jesús Lamas / R.Rubio.POOL / Europa Press
El director del CCAES, Fernando Simón; la ministra de Sanidad, Carolina Darias; y la directora de la Agencia Española del Medicamento, María Jesús Lamas / R.Rubio.POOL / Europa Press

¿Ciencia ficción?

El espectáculo que está dando el ministerio de Sanidad, con la recién nombrada ministra Carolina Darias al frente, nos deja estupefactos por la falta de rigor y de seriedad de sus decisiones

| Mónica Nombela Edición Alicante

Para cualquiera con formación técnica seguro que resulta espeluznante la falta de análisis basada en datos reales, en plena era de la información. Y es que, por extraño que parezca, nos seguimos basando mayoritariamente en el relato mediatizado y nada objetivo que nos traen políticos y periodistas sobre la realidad. A muchos les tiene que resultar muy aburrido trabajar con datos auténticos y contrastables

Por un lado, el cuarto poder ha sido en buena medida entregado a becarios que aprobaron la ESO indebidamente, aupados por un sistema demasiado autocomplaciente para poner el listón donde debería estar. Los análisis que se realizan están con demasiada frecuencia faltos del rigor que sería exigible en un experto en información. También se mezcla indiscriminadamente con aparente normalidad en demasiados casos información con opinión, saltando una línea roja y confundiendo con ello a los destinatarios de los mensajes. Los medios de comunicación representan con demasiada frecuencia performances, como si fueran los Milli Vanilli de la era digital. Parece que no importara tanto el mensaje, la noticia, sino lo buena que esté la presentadora, el modelito que lleva hoy y cómo marca culo cuando se pone de perfil a dar el tiempo.

En la actualidad se sigue informando acerca de los casos de COVID-19 detectados, pero sin referenciarlos a un horizonte temporal, ni a una tendencia, ni a una población en concreto. Cuentan que se han detectado, por poner un ejemplo, 1.325 casos, sin interpretar si son muchos o pocos para la población estudiada, si son más o menos que en meses anteriores y sin relacionarlo con los casos realmente graves. Una cifra así, a secas, no es medible ni interpretable. Pero lo importante no es cuánta gente se infecte, sino cuántos casos graves haya, y dentro de ello qué porcentaje de fallecidos. Simplemente lanzan un número, con la impunidad de un teletipo en zona de guerra, y allá usted con lo que deduzca de ello. En la era de la información estamos curiosamente más desinformados que nunca.

Y luego tenemos a los políticos, enfrascados en justificar los palos de ciego que dan en explicaciones aparentemente científicas, en arrimar el ascua, la que sea, a su sardina, con un descaro que hace dudar si ellos se cuestionarán alguna vez a sí mismos. En este sentido, el espectáculo que está dando en estos días el ministerio de Sanidad, con la recién nombrada ministra Carolina Darias al frente, no puede sino dejarnos estupefactos por la falta de rigor y de seriedad de sus decisiones, en relación con la vacuna AstraZeneca. Después de inyectar la primera dosis de esta vacuna a tantas personas, cuando ya había habido previamente sus idas y venidas, incluida una suspensión de la administración de este medicamente en toda la UE, ahora se han puesto a lanzar estos mensajes dudosos sobre si seguir o no utilizándola. Incluso ha dicho la ministra que se plantea administrar la segunda dosis de otra vacuna diferente, lo que chirría a más no poder. Es impresentable.

A pesar de las evidencias los políticos siguen a lo suyo, tomando decisiones que no pueden justificarse desde la mera razón

Por otra parte, nuestros políticos defienden con toda naturalidad medidas restrictivas sin contrastar ni justificar, como la obligatoriedad de llevar la mascarilla en espacios abiertos, y desdeñan las evoluciones científicas en la materia. La ciencia está siendo muy lenta en este caso, mucho más de lo necesario, pero hay evidencias científicas que han de hacer cambiar los criterios, como por ejemplo los referentes a las vías de contagio, que desde hace ya algún tiempo apuntan a los aerosoles. A pesar de las evidencias los políticos siguen a lo suyo, tomando decisiones que no pueden justificarse desde la mera razón.

Menos mal que, dentro de todo, también tenemos aportaciones de calidad, como la de la americana Johns Hopkins University, que se ha enfrascado en inventar un portentoso sistema de atesoramiento de datos, análisis y reporte de todo el mundo mundial en esta materia, y que es actualizado diariamente. Si comparamos, parece mentira que el mastodóntico aparato del Estado español no haya podido crear un servicio Web centralizado a lo largo de este año, para registrar los datos según se producen, dar la información actualizada de lo que pasa y de lo que se prevé que pueda pasar en función de los datos disponibles, y sobre todo de la efectividad que tienen las decisiones que se van adoptando. Y que nadie haya tenido reaños para plantarse delante de los ciudadanos, tratándonos como adultos, a decir simplemente: no tenemos ni idea de lo que va a pasar ni no la vamos a tener en mucho tiempo, pero estamos poniendo todo nuestro esfuerzo y estamos aplicando métodos científicos para surfear esta crisis.

Mónica Nombela Olmo

​Abogada y escritora