La muerte del joven Juan de íllora revela el conflicto con un 'clan' gitano

La muerte de Juan T.C., un estudiante universitario de 19 años de edad y natal de la localidad granadina de Íllora, ha provocado la consternación e indignación de este pueblo de unos 10.000 habitantes. Este martes se celebró el emotivo funeral del joven, donde la familia se vio arropada por miles de personas, que además de lamentar el terrible suceso han pedido justicia para la víctima, que fue agredida durante una pelea en las fiestas patronales y tras recibir un fuerte golpe cayó al suelo y su cabeza impactó contra un bordillo causándole la muerte.

La repulsa por lo ocurrido llena las calles de Íllora desde la madrugada del lunes y muchos de sus vecinos manifiestan que temían que pudiera suceder una tragedia así, ya que el autor de los hechos, que se entregó ayer martes de forma voluntaria ante la Comandancia de la Guardia Civil de Granada, pertenece a una familia conflictiva y tenía antecedentes penales por altercados previos.

Máxima tensión en un pueblo de Granada tras la muerte de un joven en la feria

El supuesto asesino de Juan tiene 23 años y huyó tras la pelea junto a su hermano, siendo buscados como sospechosos por las fuerzas de seguridad. hasta el medio día del martes. Entre tanto la rabia se apoderó de los vecinos de la localidad que, en varios grupos, provocaron disturbios en las inmediaciones del domicilio de la familia a la que pertenecen muy conocida en el pueblo por su conflictividad. La Guardia Civil tuvo que intervenir ante la multitud que volcó vehículos y provocó daños en la puerta de la vivienda.

Denuncian un delito de odio hacia familias gitanas

La tensión por la muerte de Juan se ha rebajado considerablemente, aunque ha dejado en evidencia los problemas de convivencia con este 'clan', según los vecinos, que no pudieron reprimir su ira al conocer el suceso. Pero también han reaccionado desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas Fakali que ha condenado la muerte del joven, manifestando su apoyo a la familia de la víctima, pero han rechazando los destrozos acometidos en viviendas de familiares de los sospechosos de la agresión y en vehículos próximos a las mismas.

La asociación ha denunciado por escrito a la Fiscalía Provincial de Delitos de Odio de Granada para que inicie las investigaciones pertinentes para dirimir posibles responsabilidades penales que pudieran derivarse "del accionar de un grupo minoritario de vecinos que, aprovechando la concentración pacífica convocada en repulsa por la muerte violenta del joven de 19 años, procedió presuntamente a atacar las propiedades de familias gitanas del pueblo". "Estos hechos nos recuerdan acciones violentas del pasado que merecen nuestro más absoluto y contundente rechazo", indica la entidad.

Y mientras el alcalde de la localidad; Antonio Salazar, ha explicado que el Ayuntamiento recoge firmas para que no vuelvan a suceder hechos como los que acabaron con la vida del vecino de 19 años, Fakali dice que la "intención" de la recogida de firmas es "expulsar a toda la familia de los supuestos asesinos".

Al respecto de esta información publicada por Esdiario, la Federación de Asociación de Mujeres Gitanas FAKALI ha querido realizar diferentes puntualizaciones que recogemos a continuación:

1. Entendemos que en la sociedad del siglo XXI es primordial garantizar que todas las personas, sean gitanas o no, puedan disfrutar del derecho fundamental a la igualdad. Para ello, todos los sectores de la sociedad debemos trabajar al unísono para paliar las situaciones de discriminación de las que específicamente sigue siendo víctima el pueblo gitano y en las que los medios de comunicación y las redes sociales tienen sin duda un papel protagonista, fruto de los mensajes que difunden.
2. La mención explícita de la pertenencia étnica no aporta información relevante alguna y sí contribuye al reforzamiento y a la perpetuación de estereotipos.
3. La consecuencia es el reforzamiento de prejuicios que redundan en la generalización y la consecuente estigmatización de toda una comunidad, afianzándose en el imaginario colectivo una única imagen, y además distorsionada, de la comunidad gitana.
4. Se afianza la perversa identificación de la persona gitana como “el otro”, generándose marcadores de fronteras de la ciudadanía en el inconsciente, que simplifica la realidad de manera excluyente: “Nosotros somos los normales; los otros son los que están fuera del sistema, los marcados, los que pueden traer problemas”.
5. Así nacen las actitudes de rechazo y xenofobia contra la población gitana. La discriminación,
a fin de cuentas, que en el caso que nos ocupa tiene nombre propio: Antigitanismo.
6. Se activa la alarma social cuando las informaciones con protagonistas gitanos quedan circunscritas a los ámbitos de la pobreza, la marginación y/o la delincuencia, agravándose con los ingredientes del morbo y la espectacularización.
7. A esto hay que añadir la recurrencia de situaciones ante las que se repite la misma falta de respuesta administrativa. El resultado es siempre el mismo: el pueblo gitano se convierte en chivo expiatorio, perpetuándose un clima de rechazo amparado en la criminalización del mismo.
8. Por todo, debemos emplazar a la responsabilidad social de los medios. La imagen estereotipada de la población gitana puede magnificarse o moderarse según el papel que jueguen los medios. Según sean los mensajes que construyan se contribuirá o no a mitigar el clima de intolerancia y el ambiente de antigitanismo existentes en la actualidad.
9. En cuanto a línea editorial y agenda setting de los medios, si estos dejasen de publicar informaciones protagonizadas por personas gitanas contextualizadas en entornos de miseria y delincuencia y comenzasen explicar la situación de discriminación múltiple padecida a trasladar a la ciudadanía una información verídica e padecida o mostrando públicamente modelos de referencia positivos, pondrían en marcha la campaña de inclusión social gitana más eficaz y efectiva que se haya realizado nunca.
10. En resumen: Estereotipos, prejuicios, discriminación, chivo expiatorio.