Sánchez se apunta a la felicitación institucional mientras olvida los agravios a Aragón y Castilla y León

Pedro Sánchez ha querido sumarse este martes, 23 de abril, a las celebraciones del Día de Aragón y el Día de Castilla y León. Lo ha hecho con un mensaje en redes sociales cargado de buenas intenciones y frases grandilocuentes, pero que no ha ido acompañado —una vez más— de compromisos concretos con dos de las comunidades más olvidadas por su Ejecutivo.

Desde su perfil de X (antes Twitter), el presidente ha alabado el “orgullo del pasado y presente” de Aragón y ha apelado a su “determinación para alcanzar un futuro de prosperidad”. No han faltado las palabras efectistas: “Tenacidad, solidaridad y rasmia os sobran. ¡Feliz San Jorge!”, escribía con entusiasmo digital.

En cuanto a Castilla y León, Sánchez ha calificado a la comunidad como “una tierra plural, llena de historia, rica en cultura y patrimonio que desea seguir avanzando”, asegurando que el Gobierno “está a su lado por un futuro lleno de oportunidades”.

Palabras bonitas, pero sin hechos

El problema, como tantas veces, está en que los gestos simbólicos no tapan las carencias estructurales. Y ni Aragón ni Castilla y León escapan a la tónica general de abandono institucional del llamado "España interior", esa que no cuenta con el favor de los pactos de Moncloa con los independentistas.

En Castilla y León, los problemas de despoblación siguen agravándose mientras el Ejecutivo prioriza otras regiones con mayor peso electoral. Y en Aragón, las inversiones prometidas en infraestructuras o desarrollo industrial se siguen esperando… desde hace legislaturas.

Ni rasmia ni avances, se quejan algunos dirigentes regionales, que ven con escepticismo estos mensajes edulcorados mientras se recorta en servicios o se ignoran reivindicaciones históricas.

Más presencia en X que en el territorio

En definitiva, Sánchez ha cumplido con el guion institucional, pero el guion de los hechos sigue sin escribirse. Mientras tanto, Aragón y Castilla y León celebran sus días grandes sabiendo que, más allá de los likes presidenciales, tendrán que seguir peleando por hacerse oír en una España que cada vez escucha menos a su corazón geográfico.