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El estado de salud de Jordi González pasa de la alarma a la gravedad

El presentador catalán no quiere ni ver a sus más íntimos amigos, desaparece de la televisión y avisa: “Es más grave de lo que os podéis imaginar”

Jordi González en la presentación de ‘D Corazón’, el 15 de enero de 2024.Europa Press

David Lozano
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Algo no encaja. Y cuando algo no encaja, es que pasa algo. Jordi González lleva meses desaparecido de la televisión. Ni un gesto, ni una imagen, ni una mención, ni siquiera en su propio programa, D Corazón en La 1 de TVE. Y, como suele ocurrir con los profesionales que han sabido ganarse su espacio a base de presencia, carácter y credibilidad, la ausencia pesa. Mucho.

Como les ha contado ESdiario, desde principios de año, todo son incógnitas alrededor del estado de salud del veterano presentador catalán. Él mismo, en un arranque poco habitual, admitía sentirse “malito” tras unas vacaciones: dolor de espalda, fiebre, garganta tomada… y una confesión inesperada que dejaba entrever más de lo que decía: “No sé qué me pasó ayer, me puse a llorar, a toser…”. Un bajón. Eso parecía. Pero era mucho más.

La versión oficial -esa que apenas se da- se ha limitado a hablar de un proceso gripal. La realidad, sin embargo, ha sido otra muy distinta. Y mucho más grave.

Según ha desvelado su entorno más cercano al portal Informalia, la salud de Jordi González llegó a estar en una situación crítica. Tan crítica que tuvo que ser ingresado nada más aterrizar en Colombia, donde pretendía disfrutar de un tiempo de descanso. Pero el descanso duró poco. El cuadro médico que presentó fue lo suficientemente serio como para mantenerlo hospitalizado durante semanas. Su estado se agravó hasta tal punto que los médicos desaconsejaron cualquier intento de viaje de vuelta:

“Ha estado mucho más grave de lo que podéis imaginar. Han sido varias las ocasiones en las que la situación fue bastante crítica. En Colombia ingresó en un hospital a los pocos días de llegar porque empezó a encontrarse muy mal y ha estado ingresado hasta que la situación mejoró. A finales de marzo, los facultativos decidieron que ya podía volar”, explican desde el mencionado medio.

Pasó allí una convalecencia compleja, sin cámaras, sin platós, sin focos. Solo médicos y tiempo. Cuando finalmente pudo regresar a España a finales de marzo, fue directamente al hospital. Lo que parecía una gripe encubría un proceso más largo, más duro, y más peligroso de lo que se había contado. De ahí el silencio. De ahí la ausencia. De ahí, también, la inquietud de quienes sabían que algo más había.

Ahora, Jordi González sigue su recuperación desde casa. Acompañado de fisioterapeutas y especialistas, en un entorno tranquilo y controlado. Sin visitas. Sin amigos. Ni siquiera compañeros de profesión. Prefiere el aislamiento, al menos por ahora. Necesita fuerza, no conversaciones.

Y no, no es que no quiera volver. Todo lo contrario. Su entorno asegura que el presentador tiene una obsesión clara: retomar su trabajo cuanto antes. Volver a su programa, volver a la rutina, volver a estar donde siempre ha estado. Pero para eso, primero, debe sanar del todo. Y no ha sido fácil.

Lo cierto es que estamos ante un caso donde el silencio no ha sido capricho, sino necesidad. A veces, cuando alguien desaparece de repente, hay razones de peso. Esta vez, las había. Y muchas.

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