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Palo para el Emérito: millonaria deuda en Abu Dabi y el Emir se harta de él

Los problemas se multiplican para Don Juan Carlos y ahora se le abre un frente inesperado: el de sus amigos árabes

El Rey Juan Carlos, aterrizando en Vigo en abril del pasado año.GTRES

David Lozano
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Tres millones de euros al año. Ese es el coste estimado de mantener la estancia del Rey Emérito en Abu Dabi. Una cifra que no solo pone en entredicho su situación fiscal o sus líos judiciales. Lo que empieza a preocupar, y mucho, es quién sigue dispuesto a sostener este ritmo de vida. Porque sí, el Emérito sigue generando titulares, pero lo más inquietante ahora es el silencio incómodo de quienes antes lo arropaban.

El Rey Juan Carlos tiene fijada su residencia fiscal en Emiratos, lo que implica pasar allí buena parte del año. Pero mantener esa residencia, sus viajes, su seguridad, su equipo médico, sus estancias en Suiza... todo eso cuesta. Y quienes durante años financiaron ese nivel de vida, hoy muestran señales claras de agotamiento. Amistades que antes se proclamaban férreas, ahora son más frías. Más distantes. Más caras.

Luis Pliego, director de la revista Lecturas, lo explica en exclusiva sin rodeos: “Han podido invertir entre quince y veinte millones de euros”. Y no lo hicieron por puro cariño. Los títulos de "hermano" que tanto menciona el Rey Juan Carlos no se otorgan por afecto desinteresado. Abu Dabi ha ganado con él, claro, pero la rentabilidad parece estar menguando.

Tal vez por eso, el emérito ha decidido recuperar -vía demanda judicial- los 65 millones de euros que en su día “donó” a Corinna Larsen, su antigua compañera sentimental. Oficialmente, el dinero sería para sus hijas y nietos. Pero nadie duda ya de que el verdadero motivo es económico. No hay fondos infinitos. Y cuando los amigos empiezan a mirar hacia otro lado, toca volver a tocar puertas... o tribunales.

Ni honor, ni difamación. Lo que hay detrás de esta demanda es una operación de liquidez.

Y aunque su residencia oficial sea Abu Dabi, en realidad el Rey emérito pasa largas temporadas en Ginebra. Allí tiene a su hija Cristina, a Marta Gayá, a sus médicos... y ahora también sus causas judiciales. La última demanda contra Corinna y su extesorero se ha interpuesto en Suiza. Oficialmente, por razones de competencia territorial. Extraoficialmente, porque allí todavía le queda algo de margen.

La Casa Real, por supuesto, ha optado por desmarcarse. Las Infantas Elena y Cristina, igual, aunque tal y como ha publicado ESdiario ellas se han alineado con su padre, pero impera el silencio institucional. Solo se ha dejado ver en alguna competición deportiva, intentando proyectar normalidad. Pero todos saben que nada está normal.

Y lo más importante: en Abu Dabi, los amigos de Don Juan Carlos ya no sonríen como antes. No porque haya dejado de ser quien fue, sino porque empieza a ser lo que nadie quiere en casa: un huésped eterno, caro... y cada vez más incómodo.

Tal y como cuenta Lecturas, pese a las dificultades y la polémica tras anunciarse las demandas, el Emérito ya se ha dejado ver en dos ocasiones. Las competiciones deportivas han sido la excusa para que el Rey Juan Carlos I ocupe cierta actualidad más allá de sus asuntos judiciales. 

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