Preocupación máxima en Casa Real por la salud de Miguel Urdangarin
El joven abandonaba el cumpleaños de su madre, la Infanta Cristina, para acudir a un hospital de Madrid. Hasta ahora, no han trascendido los motivos.

Miguel Urdangarin y Olympia Beracasa, en Madrid hace unos días.
El pasado jueves, la Infanta Cristina cumplía 60 años, y aunque optó por una celebración discreta y familiar —lejos del bullicio de restaurantes o flashes tal y como informaba ESdiario—, lo que debía ser un reencuentro entrañable terminó teñido de inquietud. Porque ese mismo día, su hijo Miguel Urdangarin era visto entrando a un hospital en Madrid, acompañado de su pareja, Olympia.
Las imágenes, captadas por reporteros con sigilo, no muestran nerviosismo ni dramatismo. Pero no ha trascendido el motivo de la visita médica, y eso, en una familia tan reservada como la del Rey Felipe basta para encender las alarmas. La preocupación no es solo lógica: es creciente. Y en el entorno de la Infanta Cristina, especialmente, comienza a ser palpable.
Miguel, el tercer hijo de Cristina e Iñaki Urdangarin, siempre fue el más reservado de los cuatro hermanos. Tenía un sueño: ser instructor de esquí, una vocación que abrazó con fuerza hasta que una lesión lo alejó para siempre de las pistas. Desde entonces, su rumbo vital se ha vuelto difuso. A diferencia de su hermana Irene, que ha retomado estudios en Reino Unido; de Pablo, que brilla como jugador profesional; o de Juan, que trabaja en Londres, Miguel no tiene actualmente una ocupación conocida.
Ni estudios en curso, ni empleo definido, tal y como recoge la revista Lecturas. Lo único estable que se le atribuye es su relación con Olympia, una joven venezolana de familia acomodada con la que convive en Madrid desde hace meses. Una pareja formalizada y aceptada por la familia, pero insuficiente para calmar las dudas sobre cuál es el camino que Miguel quiere —o puede— seguir.
Cristina, aunque reside oficialmente en Ginebra, ha intensificado sus visitas a España. No solo por motivos personales, sino especialmente para seguir de cerca la evolución de sus hijos menores. Ya lo hizo con Irene, cuando decidió instalarse en Madrid. Y lo sigue haciendo ahora con Miguel, cuya aparente desconexión del mundo académico y profesional empieza a inquietar seriamente a la madre.
El joven ha pasado temporadas en Zarzuela, alojado con su abuela la Reina Sofía, con quien mantiene una relación cercana. Su presencia en Madrid lo mantiene también cerca de su hermana, y de su hermano Pablo cuando visita la capital. Pero la discreción absoluta con la que se maneja su vida diaria refuerza aún más el misterio en torno a su figura.
A diferencia de la Infanta Elena, que celebró su 60º cumpleaños entre amigos en un restaurante madrileño, Cristina optó por la intimidad, por proteger a los suyos del ruido exterior, en un momento complicado para la familia Borbón-Urdangarin. Las demandas judiciales del Rey Juan Carlos, la sombra de escándalos antiguos que nunca terminan de desaparecer, y ahora este episodio con su hijo Miguel... Todo forma parte de un clima de incertidumbre donde cada paso se mide con cautela.
Miguel representa una transición ambigua, el paso de la infancia dorada en palacio a la edad adulta sin rumbo claro. Estudió Ciencias del Mar en Inglaterra, pero lo dejó. Intentó ser deportista, pero se lesionó. Ahora está en Madrid, pero sin una meta definida. Y eso, para alguien con su apellido, no pasa inadvertido.