Warhol en Madrid: fotografió a Alaska, se fascinó con Mcnamara e intentó epatar a Pitita Ridruejo
El documental Warhol-Vijande: Más que pistolas, cuchillos y cruces, narrado por Alaska, rescata este choque cultural con testimonios de Makos, Montesinos y perspectivas actuales.

Autorretrato de Andy Warhol en una exposición en Madrid.
La obra de Andy Warhol ha sido protagonista de numerosas exposiciones en España, pero el artista solo pisó nuestro suelo en una única ocasión, en mayo de 1983, con motivo de la muestra Cruces y pistolas en la Galería Fernando Vijande de Madrid. Este evento, que el documental Warhol-Vijande: Más que pistolas, cuchillos y cruces recupera como un hito en la España que apenas inauguraba su democracia, fue como el Bienvenido, Mr. Marshall de la posmodernidad. El filme, narrado por Alaska, símbolo clave de la Movida madrileña, que vivió aquellos momentos y puede alardear de haber posado para Warhol, rescata no solo la exposición montada por el galerista Fernando Vijande, sino también a una de las figuras más representativas del Madrid de aquellos años. En los eventos en torno al padre del pop-art convergieron miembros de la alta sociedad con las figuras clave de la Movida: dos mundos que convivían en la capital y se fusionaron con la llegada del creador estadounidense. Ana Obregón y Marita March compartieron veladas con Fabio McNamara y Paloma Chamorro.
Hubo, en efecto, un sinfín de fiestas donde el esplendor de las familias acomodadas se desplegó ante el visitante americano. La estancia del artista dio pie a todo tipo de historias, algunas rozando el mito urbano. Se dice que, en su paso por el Museo del Prado, solo mostró entusiasmo por la tienda de souvenirs, donde compró una reproducción de Las meninas; la verdad, sin embargo, es que, aunque contempló el célebre lienzo de Velázquez, lo que realmente le cautivó fueron las pinturas negras de Goya, por las que siempre había sentido fascinación.
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Con la Movida no estableció un vínculo profundo, pese a que muchos de sus principales exponentes, como Alaska, lo consideraban casi un guía espiritual. Apenas cruzó palabras con nadie. Las damas de la élite se toparon con un personaje excéntrico al que no encargaron ningún retrato lucrativo, y los alternativos, con un hombre que apenas abría la boca. Eso sí, al ver a Fabio McNamara en una fiesta, se acercó para decirle: “You are a star”. Por entonces, el cantante formaba dúo con Pedro Almodóvar, quien, cómo no, fue invitado a todos los actos en honor a Warhol, donde lo presentaban como el Warhol español. Cuando el estadounidense, cansado del apodo, le preguntó al director manchego por esa comparación, este se limitó a encogerse de hombros y responder: “Supongo que porque yo también hago películas de travestis”.
En otra de las celebraciones en su honor, organizada en la residencia de los banqueros March, hubo varias actuaciones dedicadas al artista. En esa misma velada, Fabio McNamara se arrojó a la piscina tras un billete de 100 dólares. Antes, había posado para Pablo Pérez Mínguez junto a un Rolls-Royce. La élite nacional deslumbraba a los iconos de la Movida con el pretexto de la visita de Warhol. Entre las actuaciones en el escenario improvisado de la mansión March figuró Alaska y Dinarama. Warhol, que no dejó de fotografiar a todo el mundo con su Polaroid, también capturó a Olvido Gara. En su etapa final, el icónico pintor creó una serie de obras a partir de sus instantáneas, incluyendo la imagen de Alaska, que hoy cuelga en un museo alemán bajo el título de Mujer Desconocida. “Hubo una fiesta y 'Dinarama' tocábamos. Y ahí estaba Warhol. Yo estaba pensando: 'bueno, esto es lo máximo que me puede pasar en la vida'”, recordaba ella recientemente. Años después, un amigo la llamó desde una exposición para decirle que la estaba viendo en una obra de Warhol, sin que ella lo supiera: el único retrato que el artista realizó durante su estancia en el Madrid de los ochenta.

Alaska en el cuadro 'Mujer desconocida' de Andy Warhol.
El documental profundiza en estos episodios a través de la voz de Alaska, quien acude al taller neoyorquino de Christopher Makos, el fotógrafo que viajó con Warhol y uno de sus aliados más próximos, y conversa con personas implicadas en la preparación de la exposición, como el comisario Armando Montesinos, la fotógrafa Teresa Nieto o Rodrigo Navia-Osorio Vijande, hijo del galerista, además de perspectivas contemporáneas de figuras como Manuel Segade (director del Museo Reina Sofía), Patrick Moore (antiguo director del Museo Andy Warhol de Pittsburgh) o el artista Filip Ćustić.
Como ya se ha dicho, Warhol apenas habló con nadie. Solo concedió una entrevista en España, a la revista Tiempo, realizada por Pitita Ridruejo en el hotel Ritz. Esposa de embajador, musa de Francisco Umbral y ferviente creyente en las apariciones marianas, Pitita relataría en sus memorias que, al llegar a la suite, se encontró el cuarto completamente revuelto. Aun así, llevó a cabo la entrevista con total serenidad. Al terminar, Warhol le preguntó si no le había extrañado el desorden. "Supuse que había tenido una discusión con su novio y no quise ser indiscreta", respondió la aristócrata.
Warhol abandonó Madrid sin pintar a ninguna dama de la alta sociedad, pero una de ellas sí lo retrató a él. Aunque, si de retratos se trata, el más involuntario fue el de Alaska, anónima para él. Como él mismo vaticinó: "Todo el mundo tiene derecho a 15 minutos de fama". Así transcurrió su paso por Madrid: llegó, fotografió y guardó silencio, dejando un legado que el documental Warhol-Vijande revive con maestría.