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Si Sánchez fuera más inteligente...

Sánchez tiene fama de ser un tipo resistente, pelón y listo, pero los asesores están entretenidos aplaudiendo y haciendo la pelota. No sé si alguno se le encenderá la luz.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez - EUROPA PRESS

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Escribo en fin de semana. Tengo más años que un palmar y jamás me he emborrachado. Hasta hoy. Hoy los chavales salen y beben hasta caerse, potan y mean por los rincones y montan cirios del copón. Se pelean, se insultan, hacen numeritos de celos - ¡ojo que es violencia y te cae la del pulpo!-, amargando las noches a los ciudadanos que viven en los alrededores de esos sitios de marcha. No es mi estilo. Hoy primera cogorza como para joderme las transaminasas de por vida. Tengo motivos más que de sobra. Anoche traje una chica a casa. No la traje que es machista, vino ella sola. Nunca diré su nombre, ni su teléfono, ni su domicilio, ni su ‘guasap’, ni su face, ni su mail - ¡joder, qué puesto estoy en las nuevas tecnologías!-. Una fiera oye. Un dislate que me hizo olvidar durante más de una hora el machacamiento que los judíos están llevando a cabo en Gaza, un genocidio en toda regla.

Ni me acordé hasta que, después de las maniobras orquestales en la oscuridad, caí rendido como corresponde a mi ancianidad. Ni me acordé de Rufían, de Puigdemont, de Junqueras, ni de la madre de ninguno de ellos, ni de todos juntos. Se me fue la olla y no sabía, en esos momentos, ni el precio del litro de aceite virgen - con perdón- de oliva, ni si iba a seguir cobrando la pensión este fin de mes, ni si al final iba a dar con mis huesos en la cárcel. Perdí la noción del tiempo y del espacio. ¡Joder, fue un éxtasis inacabable hasta que desperté a las siete y media! No sé cuándo se piró ni si salió por la ventana como las brujas, volando en su escoba, o por la puerta como las gentes de bien, los policías municipales, los cobradores del frac y los inspectores de hacienda. Los bomberos no, que esos están autorizados a entrar o salir por la ventana y rompiéndolo todo.

La cartera estaba en su sitio y aparentemente no faltaba nada. Cuarenta años de cárcel – mi caso- lo hacen a uno de natural suspicaz y desconfiado. El revólver y su munición, 357 magnum, estaban en su sitio, entre calzoncillos y camisetas de felpa, todos limpios, que los gayumbos es un sitio en el que no rebuscan los choros cuando entran a requisar un domicilio decente.

¿Alguno de ustedes recuerda a un cantaor antiguo que usaba el humor en sus coplas? Se llamaba Emilio el Moro. Hoy moro no se puede decir porque te brean a ostias, como la del cura que me hostio a mi repetidamente en colegio claretiano para formarme y hacerme un hombre. Hoy hay que decir magrebí, del norte de África, subsahariano o… no sé qué cojones, pero moro no que es xenofobia. Bueno pues aquel cantaor era Emilio, el norteafricano, el magrebí, el de Ceuta o Melilla, el de Larache o Tetuán, tenía una canción que se llamaba “La herencia”. Unos hijos discutían a la muerte del padre sobre el reparto de las cuatro cosas que el hombre arruinado acumuló en vida. Todos coincidían: Aquí se va a vender la mesa, se va a vender la cama, se va a vender la silla, menos la cadena de oro que padre llevaba al cuello. Esa la sudó él y esa la quiero yo. Todos lo mismo - en las herencias de cincuenta años después del Moro, perdón, pasa lo mismo- todos querían la cadena porque la había sudado el padre. Todos vendían la cama, la mesa y la silla, pero todos querían la cadena de oro.

El pequeño puso orden y afirmó se va a vender todo y también la cadena. Si alguien quiere algo que padre haya sudado que se lleve los calcetines que tuvo puestos el mes pasado. Los calcetines que no han visto el detergente son también una buena defensa contra robos. Me lo voy a pensar, que ya van dos motos robadas y aunque he vivido toda mi vida de los delincuentes ya está bien de ser un pringao. No tanto como Borja Samper, por supuesto que, contestando a Sánchez, le pega patadas al diccionario y dice en los micrófonos “satisfacerá”. Magnifico portavoz, ‘Feijoy’. Ahora voy con Sánchez que este artículo está motivado por una iluminación fruto del garrafón que nos dieron anoche a la chica de ayer y a un servidor, un atentado en toda regla.

La chica de ayer - como cantaban los Nacha Pop - con su piel de seda, su labios de sacrilegio, sus piernas interminables y su cuerpo envidiado por todas las esculturas griegas del Vaticano - ¡Si, en el Vaticano hay esculturas griegas! ¿Pasa algo?-, la chica de ayer actuó como las ex que conozco. ¿O no las conozco y los vapores del “cogorzo” me están “confunciendo”, neologismo que me acabo de inventar y que proviene de Confucio?

Cuando se despiden - o se van sin despedirse y a la francesa, murmurando entre dientes ahí te pudras - dejan doblado su pijama de franela, las zapatillas de la ducha, el cepillo de dientes, el bote de gomina y la entrada que habíamos sacado para el concierto de Loquillo y los Trogloditas. Estoy por ver - cuatro han caído en la misma trampa - que dejen en la silla que adorna mi entrada y en la que deposito llaves y otros enseres imprescindibles, estoy por ver que dejen el sortijón con la esmeralda o el sortijón con el aguamarina que ando aún pagando mientras ella pasea, entra, sale y ve los atardeceres recitándose poesías al oído con Tasio, el monitor de su gimnasio. Mecagoentoloquesemenea. Cómo se repite la condición humana. Hasta el amor de mi vida copia idénticas conductas cuando yo siempre había creído que era especial.

Después de tres golpes de bicarbonato, dos botellas de Lanjarón con gas y una cura urgente del hígado con una infusión intragable, veo la cosa más clara y juró no volver a caer nunca en lo mismo. Pongo el telediario y veo a Sánchez arropado por cargos de mayor o menor entidad, apesebrados - exactamente como ‘Feijoy’- que aplauden a rabiar cuando habla de crisis resuelta mediante el diálogo y la comprensión. Se refiere evidentemente a una amnistía, un olvido del golpe de estado de los puigdemones que traerá mucha cola de consumarse. Ya les aviso. ¿Pedirán los vascos amnistía para las crisis que han provocado los etarras?, ¿Pedirán amnistía para las gurteles, los eres, las púnicas y las mil y una operaciones de corrupción?, ¿Darán amnistía a los atracadores, a los apuñaladores, a los violadores, a los agresores…y a todos los que delinquieron por crisis entendibles?

Sánchez tiene fama - merecida - de ser un tipo peleón, resistente y listo. Hasta ha escrito - ¿él? - un manual para resistir. No sé por qué ni de qué cobran los asesores que tiene a mogollón. ¿Qué cojones asesoran?

Vamos a ver. Yo estaría hasta el último segundo mareando la perdiz. Puigdemont para arriba, Otegui para abajo. Junqueras por la derecha y Rufián por la izquierda. Los ezquerras, los peneuveros, los bildus… todo el día enredados con la negociación. Y todo el mundo expectante esperando la amnistía con las fanfarrias preparadas. Para abuchearlo como en la fiesta borbónica o para aplaudirlo a rabiar demostrando una fidelidad al caudillo que ya habría querido el mismísimo Franco.

En el último momento Sánchez anunciaría un mensaje a la nación. Solemne, preparado, serio, arreglado de peluquería, con camisa de cuello duro y corbata y con el traje de los domingos. Todas las televisiones con las cámaras y los locutores de lujo y Sánchez acaparando la audiencia como si fuera a cantar El Fary “Torito bravo” o Rocío Jurado “Como una ola” o Monserrat Caballé “Barcelona”.

“Españoles todos: he reflexionado profundamente durante mucho tiempo las exigencias de independentistas catalanes y vascos, de bildus y puigdemones. Exigen amnistía por cojones y además dicen que el golpe de estado, que tantas veces hemos llamado crisis irresponsablemente, lo van a volver a dar tan pronto puedan.

Lo siento en el alma. No puedo acceder a eso. Disuelvo las Cortes y convocó elecciones”. Y ese tío sacaba mayoría absoluta. Ya verán. Pero los asesores están entretenidos aplaudiendo y haciendo la pelota. No sé si a alguno se le encenderá la luz.

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