| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez, junto a varios presidentes autonómicos del PSOE
Pedro Sánchez, junto a varios presidentes autonómicos del PSOE

El plan electoral de Moncloa se desmorona

Ni los barones del PSOE quieren ver a nadie del Gobierno haciendo campaña en sus territorios ni las encuestas son halagüeñas para las posibles candidaturas locales y regionales de ministros.

| ESdiario Editorial

 

Los estrategas de Moncloa que diseñan el plan electoral del PSOE no paran de recibir malas noticias. La penúltima es que las encuestas arrojan unos pronósticos devastadores para las posibles candidaturas de ministros y ministras en Comunidades Autónomas y grandes ciudades, un indicio más elocuente de la degradación que padece la marca socialista en estos momentos.

Ni siquiera el barómetro amigo del CIS concede alguna esperanza a los hipotéticos aspirantes a las presidencias regionales y alcaldías. La filtración de una posible candidatura de Bolaños para disputarle el bastón de mando de la capital a Martínez Almeida no parece que vaya a mejorar las opciones del partido y de nombres como Morant, Alegría o Robles. Todos arrastran el descrédito cosechado por sus siglas desde el Gobierno, certificando una deriva que asesores y 'fontaneros' monclovitas trataron de frenar a la vuelta de las vacaciones con dos acciones contundentes.

La primera fue el genérico mandato de cierre de filas y salida a la calle para acercarse al ciudadano medio, interesarse por sus dificultades cotidianas y comunicarle bien sus propuestas. A los pocos días esta consigna dejó de seguirse, de tan ridículo que resultaba el artificio.

No solo es comprensible que barones y regidores municipales deseen distanciarse de Sánchez y de sus políticas con vistas a la próxima cita con las urnas, sino también que pinten bastos para todos los potenciales ‘paracaidistas’ en comunidades autónomas y ayuntamientos que ahora se sientan en el Consejo de Ministros

No menos desastrosa resultó la segunda estratagema: decretar la 'caza fiscal' al rico y proclamar el respaldo a la "clase media y trabajadora". A las primeras de cambio se abrieron grietas cuando el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, abrió el camino con una rebaja de impuestos y el extremeño Rodríguez Vara siguió sus pasos con recortes en tasas. Ni la reforma fiscal presentada casi a la desesperada por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, logró concitar apoyos y entusiasmos entre sus dirigentes.

Porque estos ‘gobernantes de proximidad’ son los primeros en percibir las penalidades y los sinsabores de la gestión, de ahí que la “batalla de los impuestos” no sea más que la punta de un iceberg de un estado de angustia y recelo mucho mayor. Ante todo porque comprenden que el ciudadano advierte el sinsentido que representa su pérdida de poder adquisitivo y de derechos casi diario mientras que el Ejecutivo recauda para las arcas del Estado más que nunca y trata de acaparar todo el poder que puede.

 

Así las cosas, no solo es comprensible que barones y regidores municipales deseen distanciarse de Sánchez y de sus políticas en la medida de lo posible con vistas a la próxima cita con las urnas, sino también que pinten bastos para todos los potenciales ‘paracaidistas’ en comunidades autónomas y ayuntamientos que ahora se sientan en el Consejo de Ministros. Los que están tardando en comprenderlo son los inquilinos de Moncloa, empecinados en darle cuerda a un plan que se desmorona por momentos.