El futuro de los pactos entre PP y VOX

El nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, no acudirá este martes a la toma de posesión de Alfonso Fernández Mañueco, en la que tampoco estará presente el presidente de Andalucía, Juanma Moreno. En nombre del partido se personará la nueva secretaria general, Cuca Gamarra, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

La decisión de Feijóo, que ha alegado una cita previa con los agentes sociales, está cargada de intención política aunque a algunos pueda despistarles: se trata de llevar a la práctica la estrategia ya anunciada de dar libertad a los barones regionales para que desarrollen los pactos que consideren oportunos sin afectar a la dirección nacional.

La investidura de Mañueco activa la cuenta atrás del plan para sacar a Sánchez en 2023

Feijóo no se ha opuesto al pacto del PP y VOX en Castilla y León, pero lo ha presentado como una decisión autónoma de Mañueco, al objeto de minimizar la campaña del Gobierno contra él mismo por las alianzas de su partido con la “ultraderecha”.

De algún modo, Feijóo ha implantado en el PP el concepto de “geometría variable” con el que Pedro Sánchez justifica todas sus alianzas: con Bildu en Navarra, con ERC y Bildu para aprobar Presupuestos, con el PNV para casi todo y con Podemos para gobernar.

Si las diferencias públicas entre PP y VOX se limitan a gestos así, los intereses de ambos por separado y conjuntamente pueden salir reforzados si al final de ese camino se entienden

De esta manera, cada barón podrá firmar los acuerdos que estime oportunos y tener los discursos que considere más beneficiosos para la marca: más duro el de Ayuso en Madrid; más templado el de Fernández en Cataluña o Iturgaiz en el País Vasco.

Todos los sondeos parecen dar la razón a Feijóo: sus expectativas electorales y su valoración personal no han dejado de subir desde su designación. El PP adelanta al PSOE y él mismo tiene mejores notas que Sánchez.

Relevo en Moncloa

Además, ha logrado espantar el “fantasma de la ultraderecha”, de escaso recorrido ya pese a la insistencia del Gobierno. En ese escenario, empiezan a normalizarse los pactos con VOX, que también parece haber rebajado la tensión contra el PP consciente de que la suma de ambos permitiría un relevo en Moncloa.

Las elecciones en Andalucía, que serán en junio a falta de confirmación oficial, pueden ser la prueba definitiva de ese nuevo tiempo político que asusta en Moncloa: el PSOE tiene cada vez más difícil repetir victoria y, no digamos, conformar Gobierno. Si las diferencias públicas entre PP y VOX se limitan a gestos así, los intereses de ambos por separado y conjuntamente pueden salir reforzados si al final de ese camino se entienden. Y eso parece cada vez más evidente.