| 05 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

El maquillaje de Pedro Sánchez no tapa la vergüenza de Suiza

Es un hombre obsesionado con su imagen personal, pero está perdiendo esa batalla: no hay maquillaje posible que suavice su rostro de pedernal, capaz de asumir sin pestañear toda humillación

| ESdiario Editorial

Pedro Sánchez no sale de la Moncloa sin su asesora en imagen y televisión, una reconocidísima profesional de la estética y la belleza en Madrid que, claro está, pagamos todos para mayor gloria del presidente del Gobierno. Con ella viajó incluso a Israel para visitar a un país en guerra, según publicó este fin de semana el diario El Mundo, en un artículo que desvela cómo esta asesora es una de las indispensables en el Falcon presidencial.

Más allá del dispendio y el abuso del dinero público que supone gastar los impuestos de los ciudadanos en la belleza personal de Sánchez, la contratación define al personaje. Estamos ante un hombre obsesionado con su imagen personal y política. 

Lo cierto, no obstante, es que está perdiendo esa batalla. Ya no hay maquillaje posible que suavice su rostro de pedernal, capaz de asumir sin pestañear humillación tras humillación: la ley de amnistía y la negociación del futuro de su país en Suiza con un prófugo de la justicia en presencia de un verificador internacional, como cualquier pseudo democracia bananera.

No hay ya campaña de imagen, por fantástica que sea esa asesora, que tape su descrédito ante la opinión pública. Le pitan hasta en los funerales. Y no se trata de “intolerantes”, como él los define, sino de españoles normales y corrientes que han llegado al límite de su paciencia con este personaje capaz de cualquier cosa por él mismo. Hay millones así. Por eso no puede salir a la calle.

Cada vez más españoles conocen el verdadero rostro a Pedro Sánchez. Ni la mejor maquilladora del mundo puede ocultarla después del 23J y sus pactos de la vergüenza. Ni el baño y masaje en TVE o los medios afines al Gobierno es capaz de recomponer su maltrecha figura. Ni la mejor experta en belleza puede esconder la falta de escrúpulos que le ha llevado de nuevo a la Moncloa.