| 29 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La vida en guerra no es vida

| Sergio Morales Parra Edición Elche

Feliz fin de semana, nos despedimos de octubre, un amigo que nos ha acompañado durante unos días, para hacer el camino de nuestras vidas. Se marcha, dejándonos un regalo, una hora más, para que no nos quejemos. Sin embargo, también el mes nos dejaba sobresaltados con los enfrentamientos entre Israel y Gaza, el inicio de una guerra imparable, porque ha sido imparable, hasta hoy, el desencuentro de los distintos líderes políticos que han estado al frente de judíos y palestinos. Obligados a entenderse, la historia nos ha demostrado que el resto de países, incluidos nosotros, pintamos bien poco en este conflicto.

La locura se apodera del Mundo. Cuando una zona entra en guerra y los que tienen intereses en ella amenazan con una "escalda bélica", los que estamos en medio, sentimos que juegan con nuestras vidas, como moneda de cambio.

Mi amigo Alberto, con quien tomo café y churros esta mañana, ya no peina canas, se le cayeron, pero recuerda un episodio de su vida en el que fue enviado a enfrentarse a la "marcha verde". Con mucha gracia dice que no encontró explicación a la denominación de marcha verde, que allí todo le parecía seco y marrón. Alberto pasó miedo, porque el fusil que llevaba disparaba sólo una de cada tres veces que apretaba el gatillo. El tiempo que allí estuvo no consiguió que le dieran café por la mañana y la posición de "esperen que ya vienen" le produjo un dolor en la pierna derecha que le dura hasta nuestros días. Con un bocado de churro en la boca, me dice: "Eso sin entrar en guerra, si llegamos a entrar, no me imagino el desastre que se debe vivir". Pues eso es lo que están viviendo los que cada noche oyen los silbidos de los "misiles" y su posterior explosión, un desastre humanitario y no entro en las culpas de unos u otros, pienso en el terror que las personas deben sentir y en su incapacidad para resolver.

Alberto dice que es "conferenciante", y lo dice porque tiene cuatro nietos y en las comidas de familia, suele contar "batallitas de la vida". A sus nietos les hace gracia el cómo lo cuenta. Alberto tiene dotes para el teatro, se encuentra en buena forma física y eso le permite "escenificar" lo acontecido, sea del tema que sea, desde el enfado en mitad de una reunión de trabajo, en la que terminó despedido, hasta el "balanceo provocativo" ante las suecas, en una España que nacía al turismo internacional. De vez en cuando le piden, sus nietos, que les cuente batallitas de su tiempo en el ejército, lo hace siempre "renqueando" de su pierna.

Ambos comentamos que estamos impresionados por el asesino que en Estados Unidos acabó con la vida de dieciocho personas y dejó heridas a más de una decena.

La policía lo ha encontrado muerto de un tiro "auto infligido", es decir, que se suicidó. Lo hizo mientras todos nos preguntamos qué lleva a un hombre a tomar la decisión de matar a las personas que se vaya encontrando en el camino. Nunca tendremos la respuesta.

En España no tenemos esa facilidad para tener armas en casa. Si necesitamos defendernos, nos tendremos que hacer fuertes con aquel consejo que nos dio la película "KARATE KID": "Mejor modo de evitar un golpe, no estar allí".

Mi amigo Alberto no es monárquico, pero reconoce que la Princesa Leonor va dando muestras de ser una persona que pretende estar formada para hacer frente a las funciones de Jefe de Estado, sigue los pasos de su padre. En unos días jurará la Constitución y lo hará de una forma seria, no utilizará términos como los que utilizan hoy los políticos que, a algunos, sólo les falta jurar por "Master Chef".

A mí me hacen gracia los que juran "por imperativo legal". Pues claro, como todos, porque es un imperativo legal que para ser diputado hay que jurar lealtad a la Constitución, que es nuestra carta magna. Es como decir: "Le pongo azúcar a los churros, porque me gustan con azúcar"... pues claro, es evidente.

Como Alberto y yo somos del Madrid, pues nos hemos acordado de Fernandez Tapia, cuyo apellido se veía muy reforzado en una de las fincas que poseía. "Fefé" para los amigos, entre los que nunca me encontré, simplemente porque personalmente nunca lo conocí, fue empresario, madridista y protagonista de las revistas del corazón, motivo este último, por el que se popularizó y la mayoría de los españoles podíamos identificarlo más fácilmente. Deja viuda e hijos, además de propiedades, alguna de ellas, como ya he dicho, rodeada de su apellido.

Se fue Fernández Tapia porque la vida es corta, por más larga que parezca. Por eso volvemos a brindar con otro churro, mi estimado Alberto y yo. Alberto que, como yo, es un enamorado de los churros dice aquello de: "La vida es como una ración de churros, siempre te parece corta, aunque no sean los mejores churros del Mundo".

Que ustedes aprovechen bien todo lo que tienen, que disfruten de todo lo que viven, que se quieran... y que consuman los días, como se come el pan de pueblo, "a pellizcos".

Como siempre, servidor de ustedes... Sergio Morales Parra