| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Alberto Núñez Feijóo
Alberto Núñez Feijóo

Feijóo airea todos los errores de Casado que han provocado su defenestración

Más allá del conflicto con Ayuso, el candidato a presidir el PP revela que la dirección caída “no fue capaz de unir e integrar” y creó problemas en Andalucía o Castilla o León

| E. M. España

El conflicto con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no fue el motivo, o al menos no fue el único, por el que los barones del PP dijeron basta a la dirección de Pablo Casado y provocaron la revolución que acabó con la actual cúpula del PP, derivando en un congreso extraordinario del partido.

El propio candidato a este congreso y previsible futuro presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha relatado en diversas entrevistas que los barones del PP andaban ya mosqueados con la dirección de Pablo Casado por diversas circunstancias.

La crisis con Ayuso fue la gota que colmó el vaso, y sobre todo la forma de gestionarlo. “Si tenemos un problema, no podemos retransmitirlo en prime time”, ha subrayado Feijóo en sus declaraciones públicas, indicando que la culpa del choque con Ayuso corresponde a Génova: “Un Gobierno -el de Ayuso- que tiene todas las auditorías no se puede poner en cuestión. Esa reacción fue inaudita”.

“La reacción del Gobierno madrileño es la consecuencia de una frivolidad no aceptable”, completa el dirigente gallego.

 

Para Feijóo, los problemas con Casado y su secretario general, Teodoro García Egea, comenzaron el mismo día después del congreso que ganaron, pues “se entró en un periodo de improvisación y poca reflexión”.

El presidente de las Xunta considera que la dirección de Casado “no fue capaz de unir”. Y que “hubo mucha gente en el partido que no quiso incorporarse al proyecto -en referencia a muchos afines a Soraya Saenz de Santamaría-”. Causas, a juicio del presidente gallego, que dan como consecuencia que “el proyecto no cristalizó”.

A continuación, vienen los problemas que además genera y abre Teodoro García Egea en muchos territorios, como “Andalucía y Castilla y León”, que el propio Feijóo menciona expresamente. “Un secretario general tiene que estar para solucionar los problemas del partido”, reprocha el presidente de la Xunta a la acción de García Egea en algunas regiones y provincias.

 

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En concreto, el control del PP andaluz entre Moreno y Egea dejó muchas heridas. El congreso del PP de Sevilla abrió una guerra entre Génova y Moreno hasta el punto de que presidente de la Junta de Andalucía no quiso participar en la clausura del cónclave sevillano y plantó al número dos de Casado para evitar “legitimar” con su presencia la elección de la candidata oficial, Virginia Pérez, plagada de denuncias por irregularidades, frente a Juan Ávila, el preferido por el PP andaluz.

En Castilla y León, otro tanto de lo mismo. Las reticencias entre Mañueco y Génova fueron constantes prácticamente desde la llegada de Casado, hasta el punto de lanzarse el rumor de una posible sustitución de Mañueco por un candidato alternativo. El cese del gerente del PP de Castilla y León, Pedro Viñarás, por parte de Génova, provocó una bronca entre Valladolid y Madrid.

El presidente de Castilla y León decidió rescatar a Viñarás, y tres meses después de su despido lo contrató -sin avisar a Génova- como asesor del grupo parlamentario en las Cortes. La dirección nacional consideró aquel movimiento como “una deslealtad clara y manifiesta” de Mañueco, y no dudó en tomar medidas. La consecuencia fue un expediente abierto por falta muy grave al portavoz del PP en las Cortes, Raúl de la Hoz.

Estos episodios son mencionados por Feijóo como la previa a lo ocurrido en Madrid, que fue la traca final que desató la revolución.

“Había errores que no beneficiaban ni la unidad ni la confianza en la organización”, resume el dirigente gallego, a lo que se suma el pinchazo en las expectativas con las elecciones de Castilla y León -donde en privado muchos barones señalan que la intervención de Casado en campaña restó a Mañueco- o el esperpento vivido con la votación de la reforma laboral.

Ahora, Feijóo señala que ya no le corresponde “describir el pasado, sino representar el futuro”.