| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Pedro Sánchez, en la tribuna del Congreso de los Diputados.
Pedro Sánchez, en la tribuna del Congreso de los Diputados.

El "achique" de Feijóo descoloca a Sánchez: pavor al Debate de la Nación

Ni los golpes de efecto salidos del laboratorio de ideas de La Moncloa, tan propagandísticos como inútiles, están logrando revertir el declive. Los sondeos en la sala de máquinas no mienten.

| Antonio Martín Beaumont España

Mala cosa cuando la calle da la espalda a un político, porque la quiebra de confianza tiene difícil marcha atrás. Haga lo que haga. Pedro Sánchez vive ya ese desgaste, probablemente porque el vaso de la paciencia del ciudadano de a pie se ha desbordado.

Y ni siquiera los golpes de efecto salidos del laboratorio de ideas de La Moncloa, tan propagandísticos como inútiles, están logrando revertir el declive. Los propios sondeos en manos de la sala de máquinas socialista son muy elocuentes.

 

Al menos medio millón de potenciales electores del PSOE han decidido darles la espalda en tan solo unas semanas, aunque entre los muros de La Moncloa quieren creerlos recuperables.

La llegada de Alberto Núñez Feijóo al frente del PP complica esa recuperación. Cuestión de formas, más que de fondo. En realidad, el talante personal del líder popular, reacio al radicalismo verbal, al fogonazo desde las tripas, está muy bien orientado al objetivo de hacer de sus siglas la referencia de una buena mayoría de españoles.

La demora en celebrar el debate es un termómetro de la mala racha que atraviesa el inquilino de La Moncloa.

Dicho en otras palabras, Feijóo le achica el espacio a Sánchez. Y eso, tal y como han venido reconociendo algunos colaboradores monclovitas, descoloca al presidente del Gobierno. Más aún cuando la crisis compromete a diario su crédito sin que sea capaz ni de mejorar sus diagnósticos y previsiones errados ni de rectificar sus recetas.

Las cosas pintan tan mal ahora para Sánchez que sus consejeros le piden exponerse para ganar la iniciativa. Ciertamente, la Presidencia siempre facilita al gobernante seguir interpretando su papel y, a priori, marcar el paso.

 

Sánchez sigue prefiriendo cultivar su imagen personal con impactos mediáticos que la rendición de cuentas ante la oposición. (Este miércoles en un centro de refugiados).

 

Sin embargo, aunque parezca raro, el núcleo duro del líder socialista duda sobre cuándo encajar el debate sobre el estado de la nación. De hecho, su convocatoria ya se ha retrasado como mínimo en una ocasión, incluso cuando estaban listas sus líneas argumentales tras haber recabado toda la información de los ministerios. La debilidad del presidente les retrae de exponerlo a una sesión de este tipo. ¿Para qué arriesgarse, cuando la cita difícilmente serviría para revitalizar su mandato?

 

La demora en celebrar el debate es un termómetro de la mala racha que atraviesa el inquilino de La Moncloa. Las elecciones generales no parecen estar en ningún caso a la vuelta de la esquina o, al menos, es inequívoca la voluntad de Sánchez de agotar la legislatura.

Pero se está internando en lo que se podía denominar “tiempo de la basura”, que, mezclado con su pérdida de reflejos, puede ser todo un calvario para el socialismo.