| 08 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias

Sánchez silencia a Iglesias en su último día tras un año de batalla constante

El vicepresidente no comparecerá en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros poniendo punto final a un año de tensa relación en la que las diferencias se ha aireado en público.

| A. Jiménez España

Un crecido Pablo Iglesias era nombrado vicepresidente del Gobierno en enero de 2020. Pedro Sánchez no tenía más opción que formar un Ejecutivo con los morados, a pesar de que había asegurado que con ellos en la Moncloa no “podría dormir”. Sin embargo, los incluyó en el Consejo de Ministros y desde entonces las grietas entre ambos sectores del Gobierno no han hecho más que sucederse. Ahora se marcha con la vitola de candidato a las elecciones de la Comunidad de Madrid, pero dejando tras de sí un reguero de polémicas que le han servido para marcar territorio y hacer campaña desde la Moncloa.

Algo que en el último día en el Gobierno, Sánchez no ha querido permitir y por ello, el líder morado no ha tenido su despedida en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, sino que solo han estado presentes la ministra portavoz, María Jesús Montero, y el titular de ciencia Pedro Duque, obligando a Iglesias a publicar un vídeo en su cuenta de Twitter en el que se despedía "orgulloso de terminar su etapa".

No habrá mitin desde la mesa de Moncloa, aunque sí desde el sillón de vicepresidente, ni la posibilidad de sacar pecho por sus 'hazañas', sino que Sánchez ha preferido que salga por la puerta de atrás, quizá como una suerte de 'venganza' por los grandes quebraderos de cabeza que le ha generado en este año de coalición.

De hecho, el abrazo inicial tras rubricar aquel acuerdo de Gobierno entre PSOE y Podemos se convirtió pronto en un cruce de reproches. El primero de ello, apenas un par de meses después, cuando Irene Montero presentó su anteproyecto de Ley de Libertad Sexual, con la intención de convertirlo en santo y seña de aquel aciago 8M anterior a desatarse la pandemia.

 Entonces, el sector socialista clamó por las deficiencias técnicas que se encontraron en la redacción del texto y el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, se convirtió en el centro de las críticas de un Pablo Iglesias desatado que, para defender la norma de Igualdad, señalo en los pasillos del Senado que “en las excusas técnicas hay mucho machista frustrado”. A día de hoy, la norma sigue paralizada.

Pero tras este enfrentamiento, llegó la pandemia y el Consejo de Ministros donde se aprobó el decreto del estado de alarma se convirtió en un polvorín y dilató la reunión durante horas, mientras los españoles aguardaban expectantes frente al televisor la primera de las múltiples comparecencias de Sánchez.

La ley de Libertad Sexual y la declaración del estado de alarma enrarecieron en solo dos meses el recién nacido Gobierno

La lucha se desató primero, cuando Iglesias, que se saltó la cuarentena para estar en la reunión, constató que toda la autoridad recaía en los ministros del PSOE y después, con una nueva pelea contra Calvo y Calviño por el alcance de las ayudas a poner en marcha.

El llamado ‘escudo social’ era una prioridad para Unidas Podemos, que tuvo que esperar a días posteriores para que Iglesias saliera en rueda de prensa para sacar pecho con medidas como las moratorias de las hipotecas, o poner en marcha mecanismos para evitar despidos masivos como los ERTE.

María Jesús Montero a Iglesias: "No seas cabezón"

Desde entonces se han sucedido una tras otra las disputas internas en el Gobierno. La escenificación más clara tuvo lugar en los pasillos del Congreso de los Diputados, cuando Iglesias y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, dejaron el hemiciclo para apartarse a uno de los salones próximos, el de los Pasos Perdidos.

Allí, un fotógrafo fue testigo de una tensa conversación en hasta el punto de oyó a la socialista pedir a Iglesias que no sea "cabezón". Una discusión que tenía como telón de fondo las discrepancias existentes por la subida del Salario Mínimo Interprofesional o el decreto para prohibir los desahucios o los cortes de suministro por pobreza sobrevenida.

La bronca entre Montero e Iglesias en el Congreso. (E. Parra. Europa Press)

Pero a pesar de que ese fue el enfrentamiento directo más comentado por el hecho que tuvo testigos, otro de los momentos más complicados y que aireó el propio Iglesias fue el que mantuvo con el presidente del Gobierno por la marcha del Rey Emérito a Emiratos Árabes.

El vicepresidente relató en una entrevista en la Cadena Ser que mantuvo una "discusión fuerte" con el jefe del Ejecutivo por la "huida del Rey emérito", según apuntó, ya que los dos mantienen "diferencias intensas" en este asunto. “Tras la fuerte discusión, el presidente se disculpó", "eso le engrandece", aseveró entonces Iglesias.

De esta manera, en el poco más de un año que ha estado el líder morado en el Gobierno, la tensión ha ido en aumento, sobre todo por cuestiones económicas. Los enfrentamientos con Calviño han sido notables por cuestiones como la derogación de la reforma laboral o incluso por la regulación de los precios del alquiler, batalla que todavía tiene abierta con el ministro del ramo, José Luis Ábalos.

 Igualmente, el ministro de Seguridad Social también ha sido blanco de las críticas de Iglesias. La implantación del Ingreso Mínimo Vital y sobre todo la reforma de las pensiones provocaron un cisma en el Gobierno, tanto, que el vicepresidente aprovechó una entrevista en televisión para marcar territorio y avisar a Sánchez de que si salía adelante el plan de José Luis Escrivá dinamitaría la coalición.

El proyecto estrella del ministro pasaba por cumplir con Bruselas y presentar una reforma que incrementaba en diez años el periodo de cómputo de las prestaciones por jubilación, pero finalmente Sánchez frenó la propuesta e Iglesias sacó pecho publicando un vídeo en el que se felicitaba por haber torcido el brazo a los socialistas.

 

Y así, uno tras otro, los enfrentamientos se han ido sucediendo, incluyendo varios de calado internacional como sus ninguneos a la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya por la situación del Sahara Occidental o por su visita, con agenda propia, a Bolivia; las diferencias con Marlaska respecto a la inmigración; o con la ministra de Defensa, Margarita Robles, que no ha dudado nunca un segundo en abroncarle en público cuando era necesario.

Sin embargo, habrá que ver cual es el tono con el que llega la nueva interlocutora entre Podemos y PSOE, Yolanda Díaz. La ‘sucesora designada’ de Iglesias ha hecho gala de ser mucho más discreta que su líder, aunque es poco probable que éste sea capaz de mantenerse al margen de la coalición. Mucho más con temas calientes aún sobre la mesa como la propia reforma laboral, que la titular de Trabajo ya tiene entre manos o la regulación de los precios del alquiler, un asunto, con el que ya está haciendo campaña en Madrid y del que hará su bandera para pescar votos en caladero socialista.