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Blas Herrero
Blas Herrero

Blas Herrero, un empresario sagaz arrimado siempre a una buena sombra

El empresario presentó este jueves junto a un grupo de inversores españoles no identificados una oferta para adquirir los medios de comunicación del Grupo Prisa.

| Milagros Martín-Lunas Medios

 

 

Le llaman el lechero porque sus padres repartían leche con un carro y un caballo. Corría la década de los años 40 en Asturias. Mientras el pequeño Blas Herrero despreciaba los estudios, su padre alternaba dos trabajos, repartidor de leche a domicilio de día y, por la noche, celador en una residencia de Oviedo; mientras, su madre se hacía cargo de las vacas y acompañaba a su marido en el reparto. Si algo aprendió en su infancia es que la suerte no lo es todo en la vida, que el azar te tiene que pillar trabajando. Con el tiempo, aquel caballo fue sustituido por una furgoneta que el joven Blas condujo hasta que cumplió 22 años.

La historia de Blas Herrero forma parte de la leyenda, de ese grupo de hombres hechos a sí mismos que han sido capaces de crear un gran emporio desde la nada. Algo así como Amancio Ortega. Con una diferencia, mientras Ortega se convirtió en el rey midas de la moda, Blas Herrero es o quisiera ser el Jeff Bezos de los medios españoles.

Transformó el negocio familiar en un emporio lechero. No contento con eso, se emperró en capitanear un emporio mediático y lo consiguió. Todo gracias a su sagacidad, a su ingenio y a su capacidad para arrimarse a quien debía.  

Con 71 años, este asturiano nacido el Día del Trabajador (algo que debe imprimir carácter) dueño y señor de Kiss FM ha destapado la Caja de Pandora. Como David a Goliat, se ha atrevido a lanzar una honda en forma de oferta de compra al Grupo Prisa, sí a los popes intocables de los medios de este país.

Blas Herrero

El pasado jueves por la mañana Herrero remitía un documento al Grupo Prisa en el que incluía una oferta de compra de sus medios de comunicación, entre los que se encuentran El País, As, Cinco Días, la Cadena Ser y Los 40 Principales. Ahí es nada.

Con su propuesta, Blas Herrero, apoyado por un grupo de inversores españoles no identificados, aspira a tomar el control del periódico con más prestigio y la emisora de radio con más audiencia de España. Ambos hoy sobredimensionados y quizá sobrevalorados. Se ha liado tal tangana en Prisa que el Consejo de Administración ha organizado una junta extraordinaria de accionistas para votar el punto del día inesperado: la oferta de compra 'no solicitada' que ha presentado el empresario asturiano. Oferta que se centra por 200 millones de euros.

Prisa no es una empresa cualquiera. El grupo ha sido núcleo del poder y de influencia mediática

La propuesta tiene sus entretelas. No olvidemos que Prisa no es una empresa cualquiera. Desde la Transición y durante las últimas cuatro décadas de la Democracia, el grupo ha sido núcleo del poder y de influencia mediática. Primero, de la mano de Jesús de Polanco, más tarde con la dirección de Juan Luis Cebrián; y en su última etapa en las artes de Javier Monzón.

Por supuesto y como no podía ser de otra manera, en Prisa consideran la oferta "muy exigua". Recalcan que la radio tuvo un Ebitda (beneficio operativo neto) de 63,3 millones en 2019 y la prensa, de 12,1 millones más. Lo que no cuentan es que el 73% del resultado del grupo procede de la editorial Santillana, 175 de los 242 millones de su beneficio operativo del año pasado proceden del negocio de la educación. Por no hablar de la debacle de 2020, cuyos resultados están sufriendo el impacto de la pandemia. Como todos, también es cierto. Hasta septiembre, el Grupo Prisa reconocía un perjuicio económico brutal, con una caída del 50% del Ebitda en comparación a los nueve primeros meses del año anterior.

Los principales accionistas de Prisa son el fondo activista Amber Capital con 29,84%, HSBC y Telefónica, ambos con participaciones del 9%, el grupo Carso y Santander completan la terna con una participación que ronda el 4%. Veremos a ver en qué queda esta partida de ajedrez. Quién moverá las piezas con más astucia, y quién se alzará con el jaque, como toda partida el juego puede terminar en tablas o con el rey ahogado.

Que Blas Herrero no venga del mundo de la comunicación no le convierte en un neófito. A estas alturas todo el mundo se pregunta: ¿quién es este asturiano que se ha atrevido a retar a la orden de los intocables?

Su vida es un cúmulo casualidades y saber arrimarse al poder. Abandonó las vacas por los micrófonos, para servir los intereses de su partido (el PSOE). Así fue capaz de levantar un emporio mediático en detrimento de sus compañeros de viaje y acumulando un patrimonio que jamás imaginó que fuera capaz de reunir.

Blas Herrero

En la década de los años 80, la de la beautiful people, la de la gomina, los barcos y el buen vivir, aquella en la que todos los niños bien soñaban con estudiar económicas y emular a su dios Mario Conde, entonces, Blas Herrero se codeaba con Alfonso Guerra y lo más granado del PSOE. No en vano Asturias era en aquellos primeros 80, una de las fortalezas del partido.

Herrero creó en 1989 Radio Blanca y logró la concesión, en agosto de ese año, de siete emisoras nacionales de FM comercial y dos autonómicas. Con Kiss FM dio su gran pelotazo mediático.  En 2001 llegó a un acuerdo con Onda Cero para asociar sus ya 70 emisoras a las de esta cadena. Su socio, Uniprex, se haría cargo de la gestión de la publicidad y se comprometió a entregar 18 euros a Kiss FM por cada oyente que aportara.

Kiss FM pegó tal pelotazo que en 2003 contabilizaba 1,3 millones de seguidores que multiplicados por los 18 euros prometidos no debió sentar nada bien a los que se comprometieron a aflojar la pasta. Las diferencias sobre el pago de las cantidades acordadas entre las partes motivaron un pleito que se saldó con un laudo en el que Herrero recibió 208 millones de euros. Paradójicamente la misma cantidad que ofrece hoy por el Grupo Prisa.

Herrero entonces diversificó su fortuna a través de una sociedad de capital riesgo, Kiss Capital Group, e invirtiendo en negocios inmobiliarios, hoteleros y audiovisuales. 

Como buen comercial, supo pegarse también al PP de Cospedal y de Mariano Rajoy, lo que le aportó en 2015 la concesión de una licencia de TDT, la actual Discovery. Subarrendada o no, hay quien dice que es ilegal. Lo cierto que no es el único que cuenta con una concesión en estas condiciones.

Así las cosas, cuentan que Blas Herrero fue uno de los pocos empresarios que asistió a la última cena de Juan Carlos I (como Rey de España) junto a muchos de los históricos de la Transición en el restaurante Currito. Sin duda estamos ante la figura de un empresario sagaz arrimado siempre a una buena sombra.