Los socios dan «susto» a Sánchez, pero no «muerte»

El Gobierno de Pedro Sánchez ha vuelto a sufrir el revolcón diseñado por el fugado de la Justicia española, Carles Puigdemont, quien ayer sumó sus votos a los del PP para suprimir el impuestazo a las energéticas. Tras mucho arrastrar los pies y negociar hasta la extenuación, los socialistas lograron sacar adelante el resto de su paquete fiscal. 

Acostumbrados a vivir peligrosamente cada jornada parlamentaria, a firmar una cosa con los independentistas catalanes de izquierdas y la contraria con los independentistas de derechas, a retirar votaciones antes que perderlas, los socialistas le van tomando el pulso a la legislatura y están cogiéndole el tranquillo a esto de vivir en el alambre. 

Tanto es así que, en la reciente gala de la Asociación de Periodistas Parlamentarios, que entrega anualmente sus galardones a sus señorías, no eran pocos los socialistas, miembros o no del Gobierno, que se jactaban de haber aprobado 25 iniciativas legislativas. 

A primera vista, no parecer que sea una cifra abultadísima, pero vistas las dificultades y fatigas que pasa el Ejecutivo cada vez que tiene que ganar una votación parlamentaria, hay que reconocer que tiene su mérito. En más de una de las mesas en las que se sirvió la cena y por la que se distribuyeron buena parte de los miembros del Gobierno, salió a relucir la queja en toda regla que lanzan sus ministros: "hay una persecución a Sánchez, a su persona y a su familia". 

Esa persecución, como ya dijo Sánchez, la ejecutaría, de acuerdo con estas tesis, "el Poder Judicial" o algunos de sus miembros, que están haciendo las delicias de un PP que se frota las manos viendo próxima su llegada al poder, cuando hasta el CIS le apunta una bajada de dos puntos al PSOE en su último sondeo.

A ninguno de los socios de Sánchez le interesa que caiga

El futuro -es cierto- se le presenta complicado a Pedro Sánchez, pero no tan negro como algunos piensan o, más bien, desean fervientemente, aunque lo disfracen de pensamiento e incluso lo argumenten como si de una circunstancia ineludible se tratara. No es tanto la salida "a lo Houdini" en la que está pensando ya Pedro Sánchez, sino la necesidad de sus socios parlamentarios de mantener al Gobierno con vida.

Lo cierto en este final de fiesta parlamentario, con pellizco de Junts y jolgorio con Sumar, Podemos y hasta con ERC tiene mucho que ver con el tirón de orejas que su parroquia le ha dado al independentismo. Por un lado, en ERC, su líder, Oriol Junqueras, revalidó su cargo, pero tras someterse a una segunda vuelta, puesto que los apoyos de sus compañeros fueron bastante menos abultados de lo esperado y, aun yendo a la segunda vuelta, tuvo que conformarse con un 52% de los votos, lo que no es para lanzar cohetes, precisamente. 

Por otro lado, a Carles Puigdemont ya le empiezan a tomar la matrícula desde sus propias filas y su "prensa amiga" empieza a escribir negro sobre blanco que Sánchez los engaña, que promete y no cumple y que están teniendo demasiada paciencia.

Sin embargo, siendo honestos, ni ERC ni Junts se plantean, por ahora, provocar más allá de algún que otro revolcón parlamentario al Gobierno, absolutamente atrincherado contra las voces críticas, los bulos, las supuestas fake news, etc. A ninguna de las dos formaciones le interesa que Sánchez salga del Gobierno. 

Quizás por ello fueron los primeros que, en aquel simulacro de "tirar la toalla" que hizo Sánchez en su día, lloraron como viudas en Benarés por la posible marcha de Sánchez. Son conscientes de que con Sánchez viven mejor y están dispuestos a mantenerle con vida, aunque probablemente sin presupuestos, hasta el último aliento.