| 29 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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¿Sabes cómo te curan las caricias?

Las caricias tienen efectos físicos y psicológicos que deberíamos tener en cuenta

| E.V. Ocio

El tacto es seguramente el menos valorado de los sentidos. A pesar de que lo utilizamos a diario, lo solemos tener asociado o bien al peligro ( eso quema, eso pincha…) o al placer de tocar y ser tocado por otras personas. 

¿Por qué nos gusta acariciar y que nos acaricien?

El gusto por las caricias no es exclusivo del ser humano. Prácticamente lo experimentan todos los animales, y es que su efecto es doble: físico y psicológico, cada una de las dos vertientes con numerosos beneficios que vamos a explicar un poquito más adelante.

¿Qué mecanismo interviene en las caricias?

Gracias al trabajo del investigador Chen Zhou-Feng y su equipo, sabemos que hay un neuropéptido, de nombre PROK2, encargado de transportar señales químicas entre las células nerviosas que transmiten la sensación de tacto agradable de la piel al cerebro a través de una red neuronal propia.

¿Por qué nos producen bienestar emocional?

Porque es lo primero que sentimos al nacer: la caricia tranquilizadora de la madre. Son un acto de intimidad que nos hace sentirnos queridos y protegidos.

 

¿Qué beneficios físicos tienen las caricias?

De entrada, está científicamente comprobado que las caricias reducen los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumentan los de oxiticina, la conocida como “hormona del amor”, así que la primera consecuencia es una disminución de la tensión y de la ansiedad.  También mejoran la circulación sanguínea y, por lo tanto, el riego de nuestro cerebro; de ahí que sea tan importante que las personas mayores las den y las reciban. 

Pero eso no es todo: las caricias también pueden ser eficaces para combatir el dolor y fortalecer el sistema inmunológico. 

Beneficios psicológicos

Además de fortalecer nuestra autoestima, hay una relación muy estrecha entre el Alzheimer, la demencia senil y el contacto físico. Aunque el enfermo ya no recuerde su nombre, sigue entendiendo el significado de una caricia, incluso en fases muy avanzadas.

Durante los primeros años de vida, ese contacto afectivo y reconfortante nos ayuda a sociabilizar, nos vuelve más extrovertidos y nos ayuda a interpretar el entorno.

En definitiva, tenemos que pensar en que si a lo largo de miles de años de evolución, las caricias siguen siendo parte de nuestra impronta es porque lo que nos aportan incide directamente en nuestra salud física y mental.