Sánchez diseña un Plan B drástico con el Ejército cerrando a cal y canto el país
Si la próxima semana no baja la curva, el Ejecutivo tiene encima de la mesa la hoja de ruta para paralizar del todo la actividad productiva del país y restringir absolutamente la movilidad.
El Gobierno ampliará hasta el 11 de abril el estado de alarma, aunque el presidente Pedro Sánchez no ha aclarado si endurecerá las condiciones de confinamiento de la población. Son ya “durísimas”, ha dicho.
Pero el Ejecutivo tiene encima de la mesa los planes para decretar la paralización total de la actividad productiva del país (salvo bienes y servicios esenciales) y la restricción absoluta de la movilidad. Todo ello, bajo la protección del Ejército.
Lo aseguran fuentes militares de toda solvencia y de los servicios de Inteligencia y Seguridad Nacional, que hablan de un “intenso debate” en el seno del Gobierno sobre las condiciones de la prórroga del estado de alarma.
Es un “ser o no ser” porque “cada día es crucial”. Si se mantienen las actuales medidas pero no bajan los contagios, “estos 15 días de prórroga habrán resultados inútiles”. “Los planes ya los tienen. La decisión es del Gobierno”, destacan las fuentes a ESdiario. “A día de hoy (domingo) -señalan- el presidente se inclina por no endurecerlo”.
Según explican las fuentes consultadas, hay un cálculo -en el debate interno del Consejo de Ministros- sobre presión social y problemas de seguridad. La premisa es que la crisis y el confinamiento va a durar más de un mes (las fuentes hablan de “dos meses” si no baja el contagio) y el Gobierno teme que endurecer, demasiado pronto, el confinamiento de la población pueda acelerar un clima de tensión social grave y alteraciones del orden público.
Pero las fuentes consultadas advierten que, de aquí al miércoles en el Congreso, la presión sobre el presidente por el aumento “enorme” de las cifras de muertos podría hacerle cambiar de opinión, decretar la paralización de la economía o, cuanto menos, restringir más la movilidad con medidas parciales. El presidente Sánchez ha advertido que “lo peor” de la crisis llegará a final de semana.
Fuentes de toda solvencia hablan de “al menos” 3.000 muertos el fin de semana próximo. E insisten: “Al menos”. Advierten asimismo de que el Gobierno no puede esperar “al último día” para concretar las medidas. “No pueden hacer como hicieron con la declaración del estado de alarma: improvisar e ir corrigiendo cada día. Eso no se hace así”, se lamentan desde su experiencia.
El despliegue “suave”, por ahora, de las Fuerzas Armadas (con petos amarillos, sin armas visibles …) es el primer paso -señalan- de un despliegue progresivo mayor no solo para desinfectar o construir hospitales de campaña. Es una forma -cuentan- de “tomar posiciones ya en puntos clave de las ciudades e infraestructuras críticas”.
Sánchez ya ha anunciado este domingo el refuerzo del papel del ejército en materia de seguridad. Son los planes de contingencia aportados al Gobierno por las Fuerzas Armadas para prevenir además atentados o acciones hostiles. “En la situación actual -señalan- somos un país absolutamente vulnerable”. “Esto es una guerra”, dicen fuentes militares muy veteranas. “Distinta, pero una guerra. No cabe seguir dudando”.
Las fuentes consultadas denuncian lo que llaman “titubeos” del Gobierno “por razones políticas e ideológicas” durante -sobre todo- la segunda quincena del mes de febrero cuando -afirman- “había ya indicios fiables de la magnitud de lo que se venía encima”. “Hay informes de Inteligencia”, aseguran, “propios y de servicios aliados sobre la dimensión real de lo ocurrido en China y la amenaza potencial que suponía”.
“Decidieron mirar hacia otro lado”, afirman. Y apuntan a un ejecutivo “paralizado” que “no quiso ver lo que iba a pasar”. Su reacción -señalan- fue “irresponsable” alentando manifestaciones y no, al contrario, “alertando” a la población.
No querían “prohibir”, dicen las fuentes consultadas, que opinan que hubo “claramente” un “complejo ideológico” en lo relativo a tener que usar al Ejército o a limitar la libertad de circulación y movimiento de las personas.
Y apuntan también a una dualidad que ha resultado trágica. “El Gobierno midió cuántos muertos podían asumir antes de paralizar la economía. Tenían miedo una crisis brutal. No hicieron nada y ahora tienen… los muertos y la crisis… las dos cosas”.