Capitalismo: Nos han contado mal el cuento
Los mismos que se enriquecen con la política, como Iglesias y Montero, intentan acabar con la prosperidad del resto con un sistema perverso que muchos sin embargo acatan.
Durante nuestra infancia nos contaron muchos cuentos. Como milenial he escuchado desde las historias de Disney en las que nos enseñaron a encontrar el amor de nuestra vida hasta aquel que nos vendía que la fórmula mágica de la felicidad = estudia + trabaja + cásate.
Hay un cuento que tiene especial impacto hoy en día en nuestro país, y que en el fondo no hace más que demostrar la ausencia de conocimiento económico en personas con una formación espectacular.
En España se asume que toda persona que acumula cierta riqueza es mala gente además de un ladrón, y muchas personas tienen afán de deslegitimar el trabajo, el riesgo o la oportunidad. Precisamente, estos elementos son esenciales para que cualquier sociedad avance y no son incompatibles con otros valores como la empatía o la solidaridad.
¿Acaso alguien con éxito es necesariamente egoísta? ¿Y por el contrario, quién puede ejercer filantropía si no tiene qué llevarse a la boca?
El cuento del capitalismo es el de La Cigarra y la Hormiga, no el del Tío Gilito y el Pato Donald. Este sistema es capaz de reducir los costes de producción, y cuando se trata de comprar un coche es positivo, pero cuando se trata de alimentos, es literalmente una cuestión vital. El modelo se basa en el ahorro de una parte de tus ingresos que podrás necesitar en un futuro.
O también puedes prestar esos ahorros a otra persona para que lleve a cabo un proyecto a cambio de una rentabilidad. Y cuanto más se dé esta circunstancia, más proyectos saldrán adelante. Si alguien ve en esto algo malo que me lo explique.
El socialismo ha hecho fracasar muchos países, lugares con gentes excepcionales y una inmensidad de recursos naturales
Sin embargo, el cuento que nos han contado sobre el socialismo siempre ha sido el de Robin Hood, no el de la parábola del hijo pródigo. Aquello de subir los impuestos robar a los ricos para repartirlo a los pobres no deja de sacarme una sonrisa cada vez que lo escucho, hasta que me planteo que la inmensa mayoría de los jóvenes y algunos no tan jóvenes del país compran ese discurso.
Un político secuestra los bienes de otras personas para decidir sobre ellos, con una finalidad sorprendente: Política. ¿Alguien piensa que la intención de cualquier político es otra que la de ganar las siguientes elecciones?
¿Quién cree que los 150.000 millones de fondos europeos no van a destinarse en gran parte a proyectos políticos gracias a una sorprendente abstención en el Congreso? Intentan legitimar el derroche de un dinero que no han ganado ellos hablando de la educación, justicia, sanidad y servicios sociales cuando esas partidas juntas no alcanzan el 5% de los PGE.
El fracaso
Lamentablemente el socialismo ha hecho fracasar muchos países, lugares con gentes excepcionales y una inmensidad de recursos naturales y en el que las ideas, cuando jamás se corresponden con los resultados y el hambre aprieta, tienen que imponerse por la fuerza.
El problema de todo esto reside realmente no sólo en los valores y en el relato, sino como otros muchos problemas en nuestro país, en la educación. La educación financiera es inexistente en España. Poca gente entendió que algo intuitivamente positivo como puede ser la subida del Salario Mínimo pudiera tener un efecto negativo sobre los trabajadores más vulnerables como finalmente ha ocurrido.
Si el sistema educativo enseñara determinados conceptos básicos de economía, tal vez nuestros jóvenes dirían a muchos de nuestros políticos que se fueran a otro lado con ese cuento. Eso es todo amigos.