No basta con bajar algunos impuestos: urge un Pacto de Estado global
El Gobierno, presionado por el PP, ha aceptado reducir el esfuerzo fiscal, pero con la ligereza que le caracteriza y que hará insuficiente esa medida: la agonía económica exige más.
En apenas diez días, y desbordado por la indignación social, Pedro Sánchez se ha visto forzado a cambiar radicalmente su política económico: de presentar el Libro Blanco de su reforma fiscal, sustentada en una subida histórica de impuestos; a tener que anunciar rebajas inmediatas por la insoportable inflación y el precio del combustible, la luz, el gas y la cesta de la compra.
En dos semanas presentará el Gobierno las rebajas fiscales previstas, asumidas por Sánchez en una entrevista en la Sexta tras las exigencias unánimes del PP en la Conferencia de Presidentes del domingo en La Palma y las atronadoras palabras de Feijóo sobre la actitud de Sánchez en esta crisis: “Se están forrando con el precio de la luz y la gasolina”.
Pero lo cierto es que Sánchez no ha revelado qué impuestos bajarán, durante cuánto tiempo y para qué sectores. Ni tampoco ha explicado si renuncia definitivamente a la reforma fiscal ya preparada o a la subida general para los Autónomos que tenía lista también el Ministerio de la Seguridad Social.
Al Gobierno no le basta ya con apaños temporales y acuerdos y transitorios: las urgencias son inmensas y los daños estructurales
Es un escenario de nueva recesión, la segunda en unos meses tras la provocada por la pandemia, el Gobierno tampoco ha anunciado qué plan tiene para reformar los Presupuestos Generales de Estado, sustentados en un inasumible gasto público; subidas fiscales y una recaudación del Estado sin precedentes que ahora es inviable.
Un gran acuerdo
Si la política económica del Gobierno siempre fue contraproducente, al sustentarse en un esfuerzo fiscal insoportable y un gasto público desmedido, ahora es además imposible de mantener: España necesita un gran Pacto de Estado, propio de tiempos de guerra, que solo pueden firmar el PP y el PSOE partiendo de cero y sin temor a afrontar la dura realidad con reformas sin precedentes ni prejuicios.
Al Gobierno no le basta ya con apaños temporales y acuerdos y transitorios: las urgencias son inmensas y los daños estructurales. Con ese panorama, todo lo que no sea una reforma profunda quizá le sirva a Sánchez para ganar tiempo, pero no le servirá a España de casi nada a muy corto plazo.