| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Oscuridad

El verdadero debate del estado de la Nación se produjo la semana pasada en dos reuniones de las que solo sabemos que se han celebrado, pero no los acuerdos alcanzados.

| Fernando de Rosa Opinión

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Estamos en los días en los que se está celebrando el Debate del Estado de la Nación, debate que históricamente tenía gran transcendencia para que los ciudadanos viéramos plasmadas las distintas alternativas políticas existentes para resolver los problemas de la sociedad.

Esa era su grandeza puesto que con “luz y taquígrafos” los distintos líderes presentaban propuestas, siendo los ciudadanos los verdaderos protagonistas de las, a veces, muy acaloradas discusiones.

Tras siete años sin celebrarse, el presidente del Gobierno ha decidido que tenga lugar el debate, pero en esta ocasión, el foco no está en el Congreso de los Diputados, ni siquiera estará en las discusiones previas, ni en las mociones que se puedan plantear. El verdadero debate del estado de la Nación se produjo la semana pasada en dos reuniones de las que solo sabemos que se han celebrado, pero desconocemos los verdaderos acuerdos alcanzados.

Estas dos reuniones han sido las llevadas a cabo entre Bildu y el PSOE para pactar la mal llamada Ley de Memoria Democrática, y la que se produjo en Barcelona entre el ministro Bolaños y la consellera de presidencia de la Generalitat catalana, Laura Vilagrá, para preparar la reunión de Sánchez y Aragonés el viernes 15 de julio.

Ambas reuniones han tenido alcance nacional pero no sabemos cuál ha sido su verdadero contenido, ya que existe una total oscuridad. No obstante, en ambas se han deslizado dos frases que a todo demócrata debe ponernos en alerta.

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La portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua

En la reunión con la diputada de Bildu, ésta deslizó, entre dientes y con su habitual sonrisa siniestra, que lo acordado con los socialistas tenía la finalidad de “sacudir el relato de la Transición ejemplar”. Es decir, que el objetivo de este acuerdo es cargarse la Transición española hecha por aquellos que prefirieron el abrazo a las armas.

Sin duda, es gravísima la deriva que el PSOE pretende llevar a la convivencia pacífica de los españoles, es tan grave que existen manifiestos de socialistas históricos atacando este acuerdo, e incluso Felipe González y Alfonso Guerra han dicho que les suena “mal” este acuerdo, palabra que resume toda una censura al actual partido socialista.

En la reunión entre ERC-PSOE también se deslizó una frase que supone una carga de profundidad contra el Estado de Derecho: “la desjudicialización del conflicto”. Es decir, de dichas palabras parece deducirse que se va a impedir que los tribunales sigan persiguiendo los delitos que se puedan cometer en la deriva soberanista.

Lo que no sabemos, porque la oscuridad se extiende sobre estas reuniones, es cómo se va a desjudicializar el conflicto separatista o cómo se va a crear un nuevo relato que desvirtúe el éxito de la Transición.

Realmente en toda sociedad democrática es innegociable la independencia del poder judicial, por lo que el camino ha de ser el contrario, se ha de trabajar en garantizar que las sentencias se cumplan en todo el territorio nacional.

La oscuridad no puede prevalecer sobre la realidad, por lo que todo lo afirmado y prometido por Sánchez estos días es una simple “bomba de humo” con la que quiere distraernos. Y si no, al tiempo

No pueden ofrecerse pactos a los fugados por el golpe de Estado prometiendo futuras medidas de gracia a Puigdemont como ha efectuado el ministro Iceta: tampoco aceptar sin recurrir al Tribunal Constitucional las leyes catalanas que impiden garantizar la enseñanza en español, al menos en un 25%.

Tampoco sabemos qué relato es el que se va a imponer para explicar la Transición española, y cómo tiene previsto Bildu destruir el legado de los padres de la Constitución. Desconocemos si a los terroristas se les presentará como héroes de la democracia o si a las víctimas se les señalará como “tardofranquistas”.

Es indecente que aquellos que lucharon contra la democracia española durante la Transición hasta su derrota y se niegan a condenar cientos de asesinatos o no colaboren en la investigación de otros tantos, sean los que, desde la oscuridad de un despacho, enseñen a nuestros hijos lo que ocurrió. La oscuridad no puede prevalecer sobre la realidad, por lo que todo lo afirmado y prometido por Sánchez estos días es una simple “bomba de humo” con la que quiere distraernos. Y si no, al tiempo.