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Sánchez, sin freno, pone al Gobierno al servicio del PSOE: todo vale

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Óscar López, ministro y candidato en la Comunidad de Madrid contra Isabel Díaz Ayuso, del PP. Pilar Alegría, ministra y portavoz del Gobierno y candidata en Aragón contra el ‘popular’ Jorge Azcón. María Jesús Montero, ministra y vicepresidenta y candidata en Andalucía contra el presidente Juanma Moreno, también del PP. Ministros candidatos, candidatos ministros. Todo se mezcla, sin límites ni barreras ni fronteras. Marca de la casa de Pedro Sánchez que utiliza todo a su antojo y en su beneficio.

No es normal ni limpio desde el punto de vista democrático que un ministro sea a la vez candidato en una región. No puede, no debe, utilizar el Ministerio como escenario de autopromoción ni como altavoz para sus proclamas ni como herramienta para favorecer sus intereses políticos.

Y eso es lo que está sucediendo ya.

Óscar López usa el ministerio como autopromoción, para darse a conocer entre los madrileños que, apostaría algo, mayoritariamente no saben quién es ni como se llama. Dedica una gran parte de su tiempo como ministro, el tiempo que le pagamos todos, a hacer oposición a Ayuso, a criticar a la presidenta madrileña.

Pilar Alegría, portavoz que ya ha sido multada en varias ocasiones por la Junta Electoral por usar la sala de prensa de la Moncloa para dar mítines socialistas, no va a desaprovechar ese altavoz y ese escaparate para hacerle la contra al presidente de Aragón, Jorge Azcón. Al tiempo. Ahí están sus precedentes.

Y María Jesús Montero, la ministra de Hacienda, acaba de demostrar que usa el ministerio para 'comprar' la alcaldía de Jaén. Promete una condonación de la deuda municipal al partido bisagra para que prospere una moción de censura contra el alcalde del PP. A ese alcalde le había negado la misma condonación de la deuda. Si es capaz de hacer eso, ¿qué no hará para favorecerse a sí misma como candidata en Andalucía contra Juanma Moreno?

Pero es que para Pedro Sánchez no hay límites ni escrúpulos. Ya lo sabíamos, claro, pero lo ha vuelto a demostrar. Le importa un bledo poner a una ministra de fiscal general, a un dirigente del PSOE al frente del CIS, a otro ministro en el Tribunal Constitucional y a otro más al frente del Banco de España.

No vamos a descubrir ahora al personaje que tenemos atornillado al sillón de La Moncloa, pero tampoco vamos a dejar de denunciar sus prácticas lamentables contra el juego limpio y la democracia.

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