¿Quién cederá en la crisis del Gobierno con SMI, Yolanda Díaz o Pedro Sánchez? Se admiten apuestas

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz tienen una guerra tremenda dentro del Gobierno. Ambos lo niegan, pero es evidente que mienten. La decisión de la parte socialista del Gobierno de que el SMI pague IRPF ha abierto una brecha enorme en la coalición hasta el punto de que ahora mismo no es descabellado que Sumar, el PP, ERC, Junts y Vox acaben votando una ley en el Congreso que obligaría a dejar exento de IRPF al salario mínimo. La batalla ante la opinión pública la tiene perdida el PSOE. Nadie entiende que una persona que gana 1184 euros tenga que pagar IRPF, sobre todo cuando en realidad la subida de 2025 no compensa siquiera la inflación, es decir, que los que cobran ese salario mínimo son más pobres que el año pasado a pesar del aumento de esos 50 euros que se quedan en unos 21 tras pagar IRPF.

Lo incomprensible es que, con esa batalla perdida, el PSOE siga empeñado públicamente en defender su postura. Los socialistas afirman que el SMI, 1184 euros, "ha dejado de ser un salario de subsistencia", palabras literales de la ministra Pilar Alegría, y por lo tanto, como ya es un salario más que de subsistencia, debe empezar a contribuir pagando impuestos para la sanidad y la educación... y los mil asesores de Sánchez en La Moncloa y los 22 Ministerios, y las embajadas catalanas en el extranjero...

Sumar, por su parte, no parece dispuesta a bajarse del burro y va a seguir defendiendo a capa y espada su idea de que los mileuristas del SMI no paguen impuesto sobre la renta. Tienen las de ganar, pero el riesgo es fracturar al Gobierno. Y eso tampoco le interesa demasiado a Yolanda Díaz que, si bien busca recuperar credibilidad con este pulso a Sánchez, no puede permitirse que esto acabe con la legislatura. ¿Dónde va a estar mejor ella que en la vicepresidencia del Gobierno y en qué situación va a quedar Sumar si vamos a elecciones?

En todo caso, alguien tiene que ceder y lo más lógico y lo más probable es que lo haga el PSOE. Quedarán humillados y se tragarán sus palabras, sí, pero a eso ya están bastante acostumbrados con Puigdemont y además lograrán su objetivo, su único objetivo a estas alturas de la película: conservar el poder.