EnfoquES del director
A Pedro Sánchez le espera otra semana negra: comparecen su fiscal general y Ábalos ante el Supremo
"No habrá paz para los malvados". Es inevitable acordarse de esa película de 2011 protagonizada por José Coronado cada vez que vemos lo que tiene Pedro Sánchez por delante. Y es reconfortante acordarse, lo confieso. No queremos que haya paz para los malvados.
Si la semana pasada fue tremenda para el presidente del Gobierno esta promete no serlo menos. De hecho, tiene dos citas que le salpican directamente y que suponen dos tragos amargos. El miércoles comparece en el Senado por fin el fiscal general de Estado después de dar largas y más largas a la Cámara. Pero llega un momento en el que ya no se puede escurrir el bulto más.
Así que veremos si contesta o no a las preguntas que se le formulen. Seguramente no, pero esa imagen de Álvaro García Ortiz, mudo en el Senado, traerá titulares y avivará mediáticamente el caso. Justo lo que La Moncloa no quiere que suceda porque recordemos que el juez del Supremo que investiga al fiscal considera que la filtración partió de la Fiscalía General con destino Presidencia del Gobierno.
Y aún con ese asunto candente, solo dos días después, José Luis Ábalos vuelve a comparecer ante el juez del Tribunal Supremo que le investiga por su presunta participación en el caso de las mascarillas, la trama de comisiones ilegales instalada en el Ministerio que él dirigía, el de Transporte. Es su segunda declaración. Y necesariamente eso pone nervioso a más de uno en La Moncloa y en Ferraz.
Si le da por hablar, cae el Gobierno. No hay muchas dudas de eso, pero lo cierto es que hasta ahora Ábalos ha mostrado una lealtad sorprendente y extraña para alguien que sabe tanto de Pedro Sánchez y de los entresijos del partido y que ha sido expulsado del PSOE y aparentemente marginado y maltratado. Y sin embargo mantiene silencio. ¿Qué le habrán prometido? ¿Quizás que el Tribunal Constitucional tumbará una posible condena o incluso que anulará la investigación? Quédense con esto que, por desgracia, me parece que no va desencaminado.