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Onvre Deconstruido

Hay una guerra en Twitter

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“Hay una guerra en Twitter. Un enfrentamiento civil que el Gobierno no solo permite, sino que alimenta, traicionando su deber de Estado: garantizar la convivencia y llamar a la calma. El nivel de violencia en la red es alarmante. A quienes valoráis mi opinión: sabéis que este es el mayor proyecto del Gobierno: el muro. No dejéis que conviertan las críticas a medios y gobernantes en un enfrentamiento entre ciudadanos. Ahí es donde nos quieren. No alimentéis el fuego. Sed responsables. Calma.”

Así rezaba el escrito que tuiteé hace un par de días y ha recibido cientos de likes y retuits. La gente agradeció un llamado a la cordura, porque, como decía… el nivel de violencia en la red es alarmante.

Twitter está en guerra. Se han configurado dos bandos… y se están revelando nombres y apellidos, direcciones, números de teléfono, fotografías y nombres de familiares. Hablamos de graves delitos: revelación de datos personales, vulneración del derecho a la intimidad, acoso, amenazas, mensajes intimidatorios e incitación al odio.

No es que pueda haber víctimas, es que ¡hay víctimas!

Me consta que hay gente que se ha visto acosada y amenazada, y se escucha por las redes que la cosa va a ir en aumento. No sabemos las consecuencias que este cruce de señalamientos y linchamientos puede alcanzar. Y muchos se preguntan: ¿dónde están las fuerzas y cuerpos de seguridad, dónde está el Gobierno? ¿DÓNDE ESTÁ EL ESTADO?

Y aquí es donde viene lo más perturbador: el Gobierno de España, lejos de velar por la convivencia y hacer un llamamiento a la calma, ¡toma partido! ¡Se suma a los insultos! ¡Azuza las amenazas! ¡Promueve los linchamientos! Y tuitea unos iconos de palomitas, dejando patente que apoya el macabro espectáculo y que queda inexplicablemente expectante ante las impredecibles consecuencias.

¡No cabe mayor irresponsabilidad! Óscar Puente debe dimitir.

Dicho esto… A todos aquellos lectores, amigos y tuiteros que aprecian mi opinión:

Mi posición es clara, por una cuestión de ideas… por una cuestión conceptual. Son muchos los artículos en los que vengo hablando de la tensión, de la polaridad, de la guerra horizontal, del muro. En resumidas cuentas: se alimentan del enfrentamiento. No les demos lo que quieren.

A río revuelto, ganancia de pescadores. Y ni los tuiteros de izquierdas ni los de derechas somos aquí los pescadores. ¡Somos los peces, joder!

No quiero colaborar en la estrategia del Gobierno, sobre la que vengo advirtiendo, de escudar sus cacicadas en un enfrentamiento entre ciudadanos. Enfrentamiento que parece virtual, pero que deja de serlo en cuanto se filtra una dirección… en cuanto cuelgan tu foto con tus nombres y apellidos clavados con una chincheta, como clavaban el nombre del ajusticiado para que todo aquel que pasase por el lugar le escupiese y le insultase.

A ese siniestro espectáculo es al que asiste oficialmente el Gobierno de España, mientras come palomitas. Es deleznable.

En Twitter cierto contacto es inevitable. A veces hay cruces de insultos… pero dejando de lado las pequeñas escaramuzas, la única batalla con algún sentido es la vertical. Contra los de arriba. Contra los gobernantes, políticos y sus medios apesebrados. Faltaría más que no pudiéramos fiscalizar y entrar al choque con los que cobran de nuestros impuestos.

Siempre hay un pequeño porcentaje de energúmenos que no vienen a expresar sus ideas, simplemente quieren ver el mundo arder. Con esos, no cabe interacción alguna. El resto, sencillamente, creemos que estamos luchando, cada uno desde su punto de vista, por el bien de los nuestros y de nuestro país. Yo creo que tengo razón y ellos están equivocados, pero no se me escapa el hecho de que ellos pensarán lo mismo.

Hay tuiteros muy activos que luchan por ideas contrarias a las mías —totalmente equivocadas a mi entender— pero que lo hacen en conciencia. Y mira… ¿por qué tendría que crucificarte? Tú crees que haces lo correcto, yo creo que hago lo correcto. Yo, tengo mi batalla. Tú, sigue con tus chorradas, ¡y listo!

Y, por último, decir que, a pesar de la dejación de funciones del Gobierno y de su inaceptable comportamiento, esto no es el Lejano Oeste, donde impera la ley del más fuerte, el ojo por ojo, el diente por diente.

A algunos se les llena la boca de valores mientras se erigen a sí mismos en pistoleros que se creen con el deber de actuar ante lo que ellos decretan delito de odio... aplicando la justicia del cro-magnon, la de los linchamientos públicos.

La democracia que decís defender ¡está precisamente para evitar lo que estáis haciendo! Para evitar que nos despellejemos los unos a los otros. Para evitar que nos tomemos la justicia por nuestra mano. ¡No os flipéis! Dejad ese rollito de justicieros callejeros, con cabecillas creciditos y adláteres que jalean y piden sangre. —Estos días he visto a demasiados perfiles, de esos que presumen de demócratas y defensores de los derechos, pedir sangre, esgrimiendo una falaz excusa para dar vía libre a sus pulsiones más bajas—.

Recordad que en este río revuelto nosotros somos los peces, y si uno cree que alguien ha cometido un delito, ahí están los cauces legales para denunciar lo que considere.

Esta es la mayor obra de Sánchez, es su proyecto más ambicioso, el muro que enfrenta y divide a España en dos.

Todos los que me seguís la pista sabéis que lo que digo aquí no es coyuntural. Son los conceptos y principios que venimos machacando desde hace tiempo: este Gobierno ha quemado demasiado combustible y solo le queda el bidón de gasolina del enfrentamiento civil. No se lo podemos entregar.

Óscar Puente debe dimitir.

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