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Miguel Queipo de Llano

Mundial de Clubes: mucho más importante de lo que usted cree

El trofeo que se llevará a casa el ganador del Mundial de Clubes

El trofeo que se llevará a casa el ganador del Mundial de ClubesDennis Agyeman

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Este fin de semana comienza el que quizás sea el torneo futbolístico más importante de la historia. Tal vez no por la composición del cuadro de participantes, aunque el mérito exclusivamente deportivo es el que ha perfilado el cuadro y no el dedazo, cosa que enoja particularmente a los aficionados del FC Barcelona. Pero es un torneo de altísimo copete que viene a cubrir, además, una necesidad que los aficionados al fútbol teníamos: decidir cuál es el mejor equipo de fútbol del mundo.

Esa misma necesidad llevó a Don Santiago Bernabéu, el eterno presidente madridista, a crear conjuntamente con L'Equipe y con la UEFA (con el húngaro Gusztáv Sebes como máximo promotor) la Copa de Europa, lo que hoy es la Champions League. Existía la necesidad de encontrar el mejor equipo de Europa. Ha habido varios intentos de extrapolar el enorme éxito de la competición europea a nivel mundial, sin éxito. Pero esto que comienza en Estados Unidos en una horas es otra cosa, diferente a los petardazos anteriores. Más seria, más profesional, con representación real de todo el fútbol mundial y con una pila de dinero sobre la mesa que hace atractivo el torneo para todos.

Tal vez para los aficionados esta primera edición sea un engorro tras una temporada larguísima, y por supuesto los hinchas de equipos no participantes le quiten valor. Tal vez la elección de la primera sede no sea la mejor para el pujante fútbol europeo, la locomotora de todo este tinglado. Pero hay un hecho incontestable, que los clubes participantes saben aunque acudan al torneo con la boca pequeña por si acaso se llevan un trastazo: el ganador lucirá durante cuatro años en su camiseta el parche de campeón de este torneo. Cuatro años consecutivos, cuatro, con la escarapela de "mejor club del mundo" en el pecho o en la manga. Y eso tiene un valor incalculable.

Porque esta vez no se trata solo de sacar pecho por ganar el torneo. No. Esta vez, la propia FIFA lo promueve. ¿Cuántos patrocinadores, globales o regionales, atraerá ese parche de campeón del mundo de clubes? ¿Cuántas marcas querrán asociarse al ganador? ¿Cuántos ingresos extra en merchandising, ticketing y experiencias VIP arrastrará ese parche durante cuatro años? ¿Cuántos futbolistas decidirán que quieren jugar en "el mejor club del mundo" antes que en cualquier otro? ¿Cuántos torneos de verano pagarán un pastizal por tener al mejor en su elenco de participantes? El valor de ese parche es económicamente incalculable.

Eso el Real Madrid, uno de los dos participantes españoles en la competición (el otro es el Atlético) lo sabe. El verano pasado, durante su estadía precisamente en Estados Unidos, el club se lo dejó claro a Carlo Ancelotti, por aquel entonces entrenador blanco: "El objetivo prioritario es el Mundial de Clubes". Eso, en un año con siete títulos en juego. Las lesiones, la desidia y la desorganización han lastrado al Real Madrid este curso, pero ahora llega la gran prueba final. Lo es para todos. ¿O acaso se creen que el Manchester City se ha fundido 200 millones de euros en refuerzos solo para este torneo porque la nueva competición es un bolo de verano?

Es el torneo futbolístico más importante del mundo, y el Real Madrid, por prestigio, no puede permitirse el lujo de no ganarlo. Porque toda su estrategia comercial gira a través de dos mensajes, "el mejor club del mundo" y "el club más laureado de la historia". Y un parchecito, el que se le impondrá al equipo ganador el próximo 13 de julio en el MetLife Stadium de Nueva Jersey, se puede cargar de un plumazo la mitad del argumentario. Porque el mejor club del mundo será oficialmente, y solo será ese, el que luzca la escarapela de la FIFA. Al menos durante cuatro años. 

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