Cerdán dimite: el primer gran derrumbe del sanchismo ya está aquí

Santos Cerdán habla con Pedro Sánchez y María Jesús Montero en el Congreso.
Santos Cerdán ha caído. Y, con su dimisión, comienza oficialmente el derrumbe político de Pedro Sánchez. No es una salida voluntaria. No es un gesto de dignidad. Es el primer sacrificio obligado en una tormenta que amenaza con devorar al propio presidente.
El informe de la UCO ha sido letal. Las pruebas, incontestables. Hasta 620.000 euros en comisiones ilegales, adjudicaciones públicas amañadas, mordidas pactadas, pagos documentados con grabaciones explícitas. Todo perfectamente hilado. No hay margen para el relato victimista que el sanchismo ha utilizado hasta ahora como cortina de humo.
Pero lo más demoledor no estaba solo en el dinero. El informe ha destapado también los amaños de las primarias socialistas de 2014. “Mete las dos papeletas sin que te vea nadie”, ordenaba Cerdán. Así arrancó la maquinaria que llevó a Sánchez a la secretaría general del PSOE. La corrupción no es un accidente en el sanchismo. Es su punto de partida.
La situación era insostenible. Los socios de Gobierno ya habían empezado a exigir su cabeza. En Ferraz crecía el pánico. Las filtraciones internas se multiplicaban. El blindaje mediático no daba más de sí. Y Cerdán, el operador de máxima confianza de Sánchez, no ha tenido más remedio que entregar el acta.
Pero su caída no cierra la crisis. La abre en canal.
Porque Santos Cerdán no era un peón cualquiera. Era el hombre de los pactos con Bildu, con ERC, con Junts. El interlocutor directo de los socios. El encargado de manejar la fontanería política más delicada del Gobierno. Su salida es un golpe estructural.
Pedro Sánchez queda ahora políticamente desnudo. La protección de su círculo íntimo empieza a desmoronarse. Ya no es la oposición quien marca el ritmo. Es la justicia. Y son sus propios socios los que empiezan a descolgarse.
La sensación dentro del PSOE es de vértigo. Nadie se atreve a pronosticar el desenlace. Pero todos comparten el mismo temor: la dimisión de Cerdán puede ser solo la primera ficha de un dominó imparable.
El relato de la resistencia ha saltado por los aires. La impunidad se ha terminado. El sanchismo ha cruzado ya el Rubicón de su crisis final. Y lo que viene ahora, puede ser letal.