la mirilla
¿Quién apagará la luz del despacho de Sánchez?

Pedro Sánchez, este martes en Sevilla.
El sanchismo huele a cerrado. Sánchez calla. Finge que gobierna. Mientras su partido se consume, cercado por la corrupción y la verdad que ya nadie tapa. Solo su ansia de poder le mantiene ahí, pegado al sillón, arañando semanas a una legislatura que se le escapa de las manos. La fachosfera ya no le sirve de coartada: culpar a la derecha de todo se ha quedado viejo.
El PSOE vive paralizado, temblando por lo que todavía pueda estallar. El teatro de sus socios es de premio: todos dicen estar escandalizados por la corrupción. Pero ninguno rompe. Sumar sigue bien atornillado a sus poltronas. Los demás, cobrando cada crisis a precio de oro: un Sánchez cada vez más débil paga cada voto con cesiones, silencio y cheques.
Al PP le conviene el espectáculo. Cuanto más se pudra la legislatura, mayor será el precio que pague el sanchismo y su corte de partidos amarrados por la nómina. Sánchez resiste. Pero el ciclo se agota. Y cuando se termine, pocos quedarán para apagar la luz.
A. M. BEAUMONT