TURISMO RESPONSABLE
Sostenibilidad en la montaña: un compromiso que se consigue paso a paso
Linda Willener, Sales Manager de Jungfrau Railways
Harder Kulm, la Pasarela de los Dos Lagos, un mirador ideal para disfrutar en familia.
Quien ha alcanzado una cumbre alpina sabe que la belleza y la fragilidad van de la mano. Basta oír el crujido del hielo bajo los pies o ver cómo el agua se abre paso entre las rocas para entender que todo aquí es efímero. En este escenario, el turismo no puede limitarse a contemplar: también debe proteger.
En los Alpes, la sostenibilidad hace tiempo que dejó de ser un discurso para convertirse en una práctica diaria. No hablamos de un ideal abstracto, sino de decisiones muy concretas: elegir el tren antes que el coche, llenar la cantimplora en una fuente pública en lugar de comprar una botella de plástico o seguir el sendero marcado, aunque el atajo parezca más tentador. Son gestos mínimos, casi invisibles, pero cuando millones de personas los repiten, la montaña respira mejor.
Schynige Platte, un paisaje alpino donde naturaleza y tradición se funden en equilibrio perfecto.
La infraestructura también puede ser parte de la solución
Las centrales hidroeléctricas que funcionan desde hace generaciones, los proyectos solares que aprovechan el sol invernal o los sistemas de calefacción compartida en los pueblos muestran que la tecnología puede convivir en armonía con el entorno. En Jungfrau Railways trabajamos con esa misma filosofía: todas nuestras operaciones se abastecen con energía 100% renovable y de origen suizo, reflejo de una voluntad compartida de disfrutar la naturaleza con responsabilidad y equilibrio.
Sin embargo, la sostenibilidad también se construye con personas: quienes reciben a los visitantes, los guías que transmiten respeto por la montaña o los jóvenes que ven en el turismo responsable una oportunidad. Todos forman parte de una misma red que une a la comunidad y al viajero en un compromiso común con el entorno.
El Eiger Express en Grindelwald, con la majestuosa cara norte del Eiger brillando bajo el sol alpino.
Viajar a los Alpes es un privilegio. No se trata solo de lo que contemplamos desde un mirador, sino de lo que elegimos dejar tras nosotros. Si cada visitante entiende que su huella también es un compromiso, el turismo alpino seguirá siendo ese puente entre la admiración y la responsabilidad. Porque, al final, cuidar la montaña es la mejor manera de agradecerle el regalo de su belleza.