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Pedro Sánchez flaquea con las saunas de su suegro: incapaz de negar que haya financiado al PSOE

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A Pedro Sánchez solo le saca de sus casillas que le hablen de su hermano, de Begoña y de las saunas de su suegro. El presidente ha intentado mantener la calma y una sonrisa fingida durante su comparecencia en el Senado. Trataba de dar la imagen de estar por encima de sus interrogadores, menospreciando la Comisión de Investigación, de "difamación" la llamaba él. Es un "circo", añadía. Habría que recordarle que en el circo siempre hay un payaso, en el peor sentido de la palabra, claro. 

El caso es que ha ido sorteando con evasivas y con él "y tú más" las preguntas de la oposición hasta que en un momento dado se ha crispado. Las saunas de su suegro le ponen nervioso y el senador del PP que le interrogaba lo ha detectado rápido. Y ahí Sánchez ha cometido el principal error de su comparecencia. "¿Su suegro le financió su campaña de las primarias o ha financiado al PSOE?", le preguntaba el senador. Y ojo a la respuesta: "Si mi suegro, que en paz descanse, pudo o no donar como particular, no tengo información sobre ello, señoría".

Es decir, que sí. Es imposible que Sánchez no sepa si su suegro donó dinero para su campaña o para su partido, tiene que saberlo porque cualquier persona lo sabría, se habría comentado en familia. Así que solo cabe inferir que sí donó dinero porque de no haberlo donado Sánchez lo negaría rotundamente. Pero sabe que es un tema que puede salir a flote y probarse en cualquier momento y prefiere cubrirse con un no lo sé, un "no tengo información". Y, claro, que Sabiniano Gómez, su suegro, el padre de Begoña, donara dinero a Sánchez para su campaña o al PSOE implica que el propio Sánchez o el partido se han lucrado de la prostitución en su carrera política. Y eso son palabras mayores.

En el colmo del cinismo, Sánchez ha dicho en esta misma comisión que le "repugna" la prostitución y que pretende abolirla. Le ha faltado añadir algo: me repugna la prostitución, pero no el dinero que viene de ahí. Ábalos también decía que nunca había pagado por sexo y repetía aquel eslogan que hoy produce entre risa y vergüenza ajena: "Soy feminista porque soy socialista"

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