Sánchez cogió el coche oficial y se fue a La Moncloa

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su salida de la Comisión de Investigación sobre el 'caso Koldo' en el Senado.
El PP había creado tantas expectativas ante la comparecencia de Pedro Sánchez en la comisión de investigación del caso Koldo en el Senado que parecía que el presidente saldría de allí dimitido o esposado. Al final, bastó con verle subirse al coche oficial para que el sanchismo cantara victoria.
El senador popular Alejo Miranda quiso pescar un pez muy gordo con un sedal demasiado fino. El resultado: Sánchez, en su salsa. Desafiante, atacando, teatralizando. Cuando el adversario le ofrece una escena, él la convierte en escenario.
El presidente volvió a hacer lo que mejor sabe: contraatacar. Arremetió contra el PP, contra Feijóo, contra Ayuso. Y lo hizo con la arrogancia de quien vive políticamente de la confrontación. Cada día que Sánchez sigue en La Moncloa —aunque sea tambaleante— es, en realidad, una derrota para los que anuncian su final desde hace meses. Su comparecencia le ha servido además para fabricar relato. Desde hoy, sus corifeos mediáticos repetirán que “ya dio explicaciones”. Justo cuando más le aprietan los informes de la UCO, los indicios judiciales y la sombra de la corrupción que asfixia al PSOE.
Porque la política, cuando se convierte en espectáculo, suele premiar al actor con más oficio. Y Sánchez, aunque sin crédito ni guion, sigue manejando el escenario. Mientras el PP busca su papel, Sánchez sigue cobrando por el suyo. A.M. BEAUMONT